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La gestión errática de la desconfianza

Los cansinos y decepcionantes pasos erráticos de la desconfianza absoluta parece ser que van a seguir deambulando por la casa consistorial de Binissalem hasta que acabe el actual periodo de gobierno local mal ejercido. Será así debido a que nada ni nadie abona el acuerdo y también porque la puerta de la próxima convocatoria electoral ya está entreabierta. Partiendo de la certeza demostrada de que el conjunto de la representación política municipal no ha sabido responder a la demanda de la ciudadanía expresada en las urnas, en cuanto a los últimos acontecimientos, resulta comprensible que la oposición no haya aprobado los presupuestos al alcalde solitario. Sería encallarse en el fango de 729.000 euros en facturas impagadas y en el abono de otras con informes desfavorables o gastos bajo sospecha de malversación de fondos públicos.

Dicho esto, habrá que reconocer también que la desavenencia ideológica y política de la oposición no hace otra cosa que dar alas y salvavidas a un alcalde que ha perdido dos mociones de confianza y que ha hallado, precisamente en ello, el recodo legal para aprobar los presupuestos. Todo acaba siendo muy desnaturalizado. De las declaraciones y silencios de los portavoces políticos de Binissalem se deduce que solo el PSOE mantiene una predisposición al diálogo, lo cual significa que no habrá negociación posible con capacidad de aportar algo fructífero. La consigna implícita que se lleva a la práctica es la de acabar la legislatura a trancas y barrancas, como se pueda, y que el sufrido pueblo que un día depositó un voto de confianza en las urnas, apechugue con las consecuencias de la atomización política convertida en desgobierno de un alcalde de confianza perdida y oposición incapaz de alternativa.

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