El agua es fuente de vida y el cementerio reflejo y testimonio de la muerte. Esta última, aún con todo sus misterios, no necesita de excesivas explicaciones porque esta presente en el devenir de toda existencia humana.
A pesar de ello, en Binissalem deciden plasmar en realidad el primer centro de interpretación de la muerte, que tendrá sentido en la medida de que sea capaz de rescatar espacios deteriorados y de dar testimonio de ritos y costumbres funerarias que también han sido identidad de la isla hasta que la forma de despedir y recordar a los allegados se ha uniformado casi por completo. En este caso de Binissalem es, sobre todo, una forma de recuperar y dignificar el cementerio viejo.
La conexión entre la vida y la muerte. Pocas veces mejor dicho, porque la rehabilitación que se emprende enlaza el rescate material y testimonial del camposanto con el Pou Poal, una infraestructura de captación de aguas a la que se atribuye origen medieval. Vida y muerte siempre unidas. Como se ha dicho tantas veces, mirar y aceptar el pasado es una de las mejoras formas de entender y valorar el presente. Debe hacerse por igual con palabras, documentos y obras.
Binissalem ha emprendido esta línea de acción que necesitan asimilar los residentes para después compartirla y ofrecerla incluso a modo de reclamo y explotación turística.
