Hay carteles que dicen tanto como esconden, por eso son reflejo de esperanza y vergüenza colectiva a la vez. La vida suele ser así de compleja y contradictoria.
Que se sepa, Sencelles no tiene problemas específicos de violencia de género, más allá de los que aquejan al conjunto de la sociedad moderna. Por eso mismo tampoco permanece inmune frente a esta lacra que ya debería estar extinguida pero sigue manifestándose una y otra vez.
Los rótulos que se comenzaron a instalar ayer en los accesos a Sencelles y Biniali expresan muchas más cosas que el claro y contundente mensaje de que este municipio «no tolera la violencia machista». Los carteles hacen público que en el lugar hay un colectivo activo y comprometido frente a las agresiones a las mujeres y que el Ayuntamiento ha tomado cartas en el asunto.
Dado que, como hemos dicho, Sencelles no constituye un caso especial ni un problema mayor, la denuncia reivindicativa que se acaba de plantar también pone de manifiesto, por extensión, que otros municipios de Mallorca van más rezagados o están un tanto adormecidos en eso del respeto integral a las personas, sea cual sea su condición y género. Cierto, por otro lado, que la Mancomunitat Pla de Mallorca, en la que está integrado Sencelles, ha abierto, bajo el impulso del Consell, una oficina específica para avanzar hacia una igualdad de género que todavía dista mucho de ser real.
Los carteles de Sencelles son una llamada más de atención para propios y extraños dentro de una tarea que no puede caer en el error de reaccionar solo ante desgracias irreversibles. El camino hacia la igualdad plena pasa por el día a día, la concienciación de las generaciones jóvenes y la demanda de responsabilidad de todos.
