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Lletra menuda | El cambio estético de la mala fama

Del mismo modo que la cara es el espejo del alma, las fachadas de los edificios conforman la expresión y la identidad de conjunto de la ciudad. Manacor lleva lustros apechugando con una mala fama, probablemente algo exagerada, de fea y unas cuantas descalificaciones más, que le han ocasionado motes y caricaturas. Nos privaremos de reproducirlas aquí para no hacer leña de la urbe flaca en buen gusto y consistencia urbanística. Mallorca se ha burlado del Manacor de fachadas desnudas para poder tapar con ello otros desastres más genéricos que afectan al conjunto de la isla. Cierto también, por otro lado, que la ahora llamada capital del Llevant se ha ocupado mucho de vestir la casa por dentro y desabrigarla desde fuera. Por eso sus carencias estéticas generales son notables.

Algún día tenía que invertirse la situación. Los avances urbanísticos son signo de progreso cultural y calidad de vida colectivas. Manacor puede acariciar al fin, después de cuatro décadas, un Plan General y el Ayuntamiento logra superar con holgura las trabas para actualizar infraestructuras, pavimentos y espacios públicos. Equilibrar los descuidos del pasado seguirá costando tiempo y esfuerzo.

Que el plan de ayudas económicas para rehabilitar fachadas particulares haya superado con creces la oferta disponible significa que la concienciación ciudadana se aproxima a la plenitud y que el chequeo y maquillaje de Manacor no puede tener marcha atrás. Salvando las distancias y muy al estilo barceloní llaman a la operación ‘Manacor, posa’t guapa’. Poco novedoso y creativo en el mensaje, pero no por ello tiene porqué ser menos eficaz. Lo importante es que no haya parones ni retrocesos y que Manacor, el conjunto del municipio, sea un lugar de fachada y calle acogedoras, por limpias y atractivas.

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