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Pa i Mel: un empujón para quien necesita volver a empezar

Los profesionales de esta asociación con sede en Sa Pobla ofrecen multitud de talleres y cursos de formación para asistir a las personas en situación de necesidad y exclusión social

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Pa i Mel: un empujón para quien necesita volver a empezar

En sa Pobla, la expresión de pa i mel designa una dulce protección a los que todavía están aprendiendo las reglas del juego o están en una condición desfavorecida frente a otros jugadores. Es el toque pobler del mel i sucre mallorquín.

Hay quien tiene por vocación atender a los pa i mel de la sociedad. Estos ángeles de la guarda, en el plano terrenal, se materializan en trabajadores sociales, educadores o profesores. Y algunos de ellos se unieron en sa Pobla, hoy hace 25 años, para concebir una entidad sin ánimo de lucro que ayudaría a construir un nuevo comienzo a los que están en una situación de necesidad.

Y esa entidad se llama, no por casualidad, Associació Pa i Mel. El segundo hogar de los del Raiguer que necesitan un empujón para volver a empezar. Para los más vulnerables, inmersos en una situación de exclusión social, pobreza o desigualdad.

Con la ayuda de Pa i Mel, es posible volver a empezar, incluso aunque no se conozca el idioma, las costumbres o los recursos que existen para seguir adelante. Desde la sede de la asociación, ubicada en la Plaça del Mercat de s a Pobla, los profesionales trabajan amparando a personas en todo tipo de situaciones de vulnerabilidad.

Con este propósito, la entidad solidaria ofrece a sus usuarios un total de 15 programas, con objetivos y metodologías dispares, pero con una misma finalidad: protegerlos y acompañarlos en su camino hacia un futuro mejor.

‘Tamagad’ ofrece a mujeres magrebíes, clases diarias de lengua castellana, autoestima y empoderamiento

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El proyecto estrella de Pa i Mel, ‘Tamagad’, dirigido a mujeres magrebíes, solo es la punta del iceberg. A través de este programa, las alumnas van a clases diarias de lengua castellana, empoderamiento, autoestima e inserción social. También realizan actividades en el exterior para conocer el entorno y la cultura de su pueblo.

Por medio de estudios que analizan la evolución de la situación social, la asociación va adaptando las iniciativas para ajustarse a las necesidades de los usuarios. Grupos de acogida de personas recién llegadas o sin papeles, terapias de atención psicológica individuales y familiares, jornadas informativas para padres y madres de niños en edad preescolar, espacios de ocio supervisados para los jóvenes o ayudas alimentarias y de pobreza energética son solo algunos de los proyectos que se llevan a cabo en Pa i Mel; incluso trabajan en un plan de cooperación en Burkina Faso, donde han construido un colegio, y otro de ayuda humanitaria en Mali, con los desplazados por los ataques terroristas.

De hecho, entre los programas más elogiados se distinguen los cursos sociolaborales. En las clases, los alumnos se preparan para ser camareros y camareras de pisos o ayudantes de cocina y restauración.

«Ahora confío en mí misma»

A esta última formación asiste Edith Edokpolor, una mujer nigeriana de 40 años en busca de un giro laboral. Aunque de momento sabe poco castellano, se esfuerza para explicar que llegó a España hace 14 años para construir una nueva vida junto a su marido en Muro.

Mallorca le deparó una vida feliz y tres hijos, pero una dura crisis le arrebató su último trabajo en el equipo de limpieza de un banco. En Pa i Mel ha encontrado el impulso que necesitaba para valorarse y entrar por la puerta grande en una nueva empresa: «Tengo muchísimas ganas de volver a trabajar», asegura la alumna con ilusión en su mirada.

Profesionales de la asociación le han ayudado a hacer su currículum y una carta de presentación. Cuando acabe las prácticas del curso que realiza, estará lista para cumplir sus ambiciones y convertirse en camarera o ayudante de cocina.

Además de los conocimientos sobre hostelería, Edith agradece poder practicar el castellano con sus compañeros: «Con el idioma voy poc a poc», dice entre carcajadas.

Después de alguna que otra broma, su semblante se torna serio para explicar la vinculación entre todo lo que aprende y el amor propio que adquiere: «Ahora siento mucho más segura, soy más feliz y confío más en mí misma», confiesa.

La entidad ofrece cursos sociolaborales de camarero de pisos y de ayudante de cocina y restauración

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«Me atrevo a ir sola al médico»

Algo parecido le ocurre a Hadhoum Oufrirh, una usuaria marroquí de ‘Tamagad’; cuanto más aprende el idioma, más integrada se siente y más participa en la vida social en sa Pobla. Pese a llevar 22 años en Mallorca, su situación no le ha dejado margen para descansar: cargó con sus tres hijos desde joven mientras trabajaba en la recolección de uva en el campo.

Ahora que ni ella ni su marido tienen empleo, ha podido detenerse a observar con detenimiento el mundo exterior de la mano de Pa i Mel mientras aprende a hablar y escribir castellano, explora las costumbres de los autóctonos y hace amigos: «Aquí me han ayudado muchísimo», asegura en una de las aulas de la asociación.

Antes de conocer el idioma, acudir a los servicios básicos le suponía un verdadero reto. «Ahora me atrevo a ir sola al médico, a la farmacia, al supermercado...», celebra mientras muestra con orgullo un papel en el que ha escrito su nombre en español.

La coordinadora de la asociación, Lucía Vial Yagüe, explica que éste es, precisamente, uno de los objetivos de su labor: que los usuarios ganen «autonomía y confianza personal», un propósito que se alcanza gracias al «reconocimiento mutuo» y la «gran capacidad de adaptación» de los trabajadores en cada contexto social.

La responsable sabe que volar del nido es una misión difícil, por lo que trabaja con paciencia y aplaude con satisfacción los progresos de los usuarios, aunque con cierta añoranza, recordando a aquellos que, algún día, llegaron al éxito y dejaron de ser de pa i mel.

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