Pocas ferias concentran en su programa tantos elementos y tradiciones propios de la cultura mallorquina como la feria de Sant Tomàs de Sineu, que incorpora la muestra de matanzas como uno de sus principales reclamos. La localidad del Pla disfrutó ayer de una feria como las de antes, después de que el pasado año el programa quedase reducido a la mínima expresión debido a la pandemia.
Miles de personas volvieron a deleitarse con la celebración de unas matanzas en directo, una demostración del trabajo en equipo propio de esta tradición, desde el troceado del cerdo hasta la elaboración de los embutidos más tradicionales, con la sobrasada como reina absoluta. Los visitantes pudieron degustar la sobrasada frita y el frito de matanzas. La gastronomía es uno de los grandes atractivos de esta feria invernal y los restaurantes de Sineu, que en su mayoría registraron llenos absolutos, se implicaron con la elaboración de recetas tradicionales como las sopes de matances, el arròs brut, el frit o los esclatasangs amb porc fresc, entre muchos otros platos de la cocina mallorquina de temporada.
La Plaça del Fossar era el punto neurálgico de la feria. Allí se recrearon las matanzas tradicionales y se instalaron las muestras de animales, que siempre son las más visitadas y fotografiadas. Perros de razas autóctonas, aves, conejos, equinos y, cómo no, cerdos llamaron la atención de los visitantes, principalmente los niños y niñas. En el centro de la plaza, dos agrupaciones locales de ball de bot ofrecieron sus repertorios tradicionales y, a pocos metros, se celebraba un campeonato de tir amb fona. La Societat de Caçadors de Sineu aprovechó el evento para mostrar sus actividades, con una instalación de ‘filat’ incluida.
Tampoco podían faltar los productos navideños, con un mercadillo artesanal que abrió ya el sábado por la noche con gran aceptación popular. El clima soleado fue determinante para que la Feria de Sant Tomàs de este año recuperase todo su esplendor.
