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Mateu Puigròs, el sello personal de una época

Mateu Puigròs, ayer, en el despacho de alcaldía. B.C.

Veintiséis años en la alcaldía dejan huella pero si, además, están protagonizados por Mateu Puigròs marcan época. Más aún, si el escenario de tan singular obra transcurre en Sant Llorenç y tiene como primer actor a un carrioner siempre en minoría pero con más capacidad de atracción que la miel, la larga puesta en escena queda grabada sobre cimientos de extraordinaria excepcionalidad.

Mateu Puigròs ha sido, ha querido ser, un alcalde orquesta con batuta hiperactiva y capacidad de armonizar lo personal, político y social. Abocado a la diversificación de funciones, las servitudes que comporta un municipio rural y turístico por igual le han servido de estímulo.

Gobernar es el arte de pegar con equilibrios, serenidad y bálsamo del paso del tiempo los añicos de la política llorencina esparcida en cien siglas. Esta es la habilidad ejercida por Puigròs con una perseverancia y resistencia capaz de desesperar, hasta la resignación de lo inevitable, a unos adversarios siempre en mayor minoría que él.

Sin hueco adecuado y excesivas dudas para saltar a la política autonómica, Puigròs también se ha equivocado. Es el coste de la larga estabilidad. De él queda la imagen del hombre vencido y agotado por la riada y la desgracia de octubre de 2018, pero aún resaltando su labor en el barrizal de tal tragedia, resulta tan injusto como insuficiente monopolizar su alcaldía sobre el esfuerzo del diluvio. Puigròs ha sido, sobre todo, el hombre con visión global del Sant Llorenç poliédrico, próximo y disperso.

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