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Marta Solano: «La danza urbana me supuso un subidón de adrenalina que pensé: ‘Es lo mío’»

«Tenía miedo, pero en la vida o te estancas o haces cosas y dije bueno, si no va bien, ya cerraré, pero lo hago»

A punto de cumplir los 29 años, Marta Solano acredita una larga trayectoria profesional. | BIEL CAPÓ

Con solo 16 años cuando se encontraba estudiando primero de Bachillerato, la joven emprendedora maracorina Marta Solano Oliva decidió aceptar el reto de ponerse al frente de una actividad extraescolar de danza en el colegio de s’Illot. Era un grupo reducido de cuatro alumnas, pero al poco tiempo su profesor de baile, que le había ofrecido la actividad extraescolar, tenía que marchar tres meses a Nueva York y le preguntó si quería sustituirle en su centro de Porto Cristo, sin pensárselo mucho y «a lo loco» como manifiesta, aceptó la oferta, a pesar de su juventud, ya que se encontraba cursando el primer curso del Bachillerato. Aquí iniciaría una vida dedicada a su gran pasión: la danza. Una pasión que lleva dentro. Con tan solo dos años empezó con danza clásica y folklórica, hasta que a los 14 su profesora de toda la vida dejó las clases para regresar a su país de origen. Poco después unas amigas la convencieron para que les acompañara a unas clases de hip hop, algo que en principio no le convenció ya que ella venía de estudiar modalidades mas clásicas de la danza, pero la convencieron para probar una clase y reconocen que aquello le encantó. Y fue aquí donde comenzó su carrera artística en la danza urbana. Su actual profesor le fue ofreciendo sustituciones, al tiempo que en el colegio preparaba los típicos bailes de final de curso para los más jóvenes. Aquello le permitía disfrutar de la parte más creativa de la danza, que es lo que ella reconoce que más le gusta. Su otra gran pasión ha sido el deporte, llegó a competir en taekwondo y fútbol sala, pero la pasión por la danza, reconoce, le pudo. Afluyeron en ella aquellas performances que creaba de pequeña con su prima y que le llevaron a organizar desde que tiene recuerdo las fiestas de final de cursos de los más pequeños de su colegio. «Tal vez no fui consciente de mi pasión por la danza, hasta que me lo encontré encima», reconoce Marta. Coincidiendo con el cambio de instituto justo después de crearse el de Porto Cristo, sus amigas le animan a que se apunte a clase de danza urbana. A pesar de que reconoce que lo veía, fue al probarla por primera vez danzando un reggaeton de Pitbull, cuando, como dice, le supuso «un subidón de adrenalina y pensé: perfecto, esto es lo mío». Y fue en este momento cuando se decantó por este tipo de danza. A partir de este instante, empezó un periodo de formación en esta modalidad de danza, atrás quedaría la vieja formación de conservatorio de danza clásica, pero aquello le enganchó hasta el punto de que después de los estudios dedicaba el tiempo a practicar los movimientos que había aprendido en clase. Luego una lesión en la práctica del fútbol sala, donde se rompió los ligamentos cruzados, le tuvo un año sin poder practicar. A los 21 años decidió presentarse en palma a un casting de Hip Hop de Sebastian Linares y, para su sorpresa, fue aceptada. Esto fue para ella una temporada de mucho trabajo. Diariamente, tenía que preparar entre 6 y 9 clases para su trabajo, y luego acudir a Palma para formarse. Ella recuerda un periodo muy duro de trabajo. «El primer año fue un poco frustrante», reconoce, pero aquello le permitió formarse, con grandes profesionales y en diferentes puntos de la geografía española. En este espacio de tiempo, ella seguía trabajando y danzando para toda clase de eventos y profesionales, ademas impartía clase en una academia privada de Porto Cristo y estaba inmersa en Project Dance, una academia que había creado con su profesor. A los 19 años toma la dirección de la escuela municipal de danza que se acababa de crear en Son Servera y en la que actualmente sigue estando al frente. También estaba inmersa en su propia academia de baile, que había abierto en 2017, en Porto Cristo, después de dejar Project Dance, a la que denominó Urban Diamonds Academy, donde impartía clases a los alumnos de los pueblo vecinos, o no tan vecinos, desde Artà a Santanyí. Esto supuso para ella un gran reto, con mucho riesgo, eran tiempos de crisis y se tenía que hacer una gran inversión. «Tenía miedo, pero en la vida o te estancas o haces cosas y dije bueno, si no va bien, ya cerraré, pero lo hago», sentencia. Y así fue de momento, a pesar de la crisis inicial y de la sanitaria que estamos viviendo, la academia sigue en funcionamiento y a buen ritmo. Actualmente ha tenido que centrar su trabajo en ésta y en la Escuela Municipal de Son Servera.

Aquella aventura que Marta Solano inició a los 16 años sola, continuó con la ayuda inestimable de su hermana Elena, con la creación de su propia academia de baile, en la que actualmente trabajan siete personas y que imparten clase, después del parón sanitario, a unos 150 alumnos, a los que hay que sumar casi doscientos de la escuela de danza de Son Servera con algunos importantes logros conseguidos a nivel nacional o autonómico a nivel de competición. Ahora, justo cuando va a cumplir los 29 años, será madre por primera vez.

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