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Lletra menuda | Plantas frágiles y presión humana

La venganza puede revestir condiciones de buena defensa. Cansadas de que le invadan y pisoteen el litoral que ellas tienen necesidad de acariciar, las aguas de es Trenc han decidido apoderarse de él. También lo hacen para mitigar la soledad porque sus vecinos naturales han sido expulsados o, peor aún, aniquilados. No consideraremos sustitutos válidos de tal carencia a los humanos porque los resultados de su apetencia por la costa campanera les invalidan como tales. El arenal de es Trenc ha retrocedido 13 metros en 65 años y lo ha hecho infringiendo un especial castigo a la primera línea de dunas, la más importante. Desmontados los chiringuitos, la conselleria de Medi Ambient se propone ahora regenerar la zona con la complicidad de plantas autóctonas, aparcamientos disuasorios, aplicación del decreto de posidonia y una dotación racional de servicios públicos. El conseller Mir también se declara a estas alturas predispuesto, al fin, a sentarse con el ayuntamiento de Campos porque esta delicada y preocupante cuestión de es Trenc les compete y afecta a los dos. Buena parte de las esperanzas regeneradoras se depositan en las plantas. Los vegetales que crecen en los arenales son rudos y duros por naturaleza y necesidad, lo cual no les resta encanto ni utilidad. En condiciones de equilibrio son los aliados discretos y sufridos de la solidez de las dunas pero, en este caso, mucho nos tememos que estamos ante una nueva versión de la lucha de David contra Goliat porque lirios y cardos marinos se vuelven indefensos y frágiles ante la presión humana que, pese a buenas voluntades y hasta normas acertadas, sigue siendo muy desmesurada en es Trenc. Basta mirar lo ocurrido este verano de restricciones y prevenciones. La «normalidad» se presume peor.

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