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Estanque artificial de s’Illot: aguas verdes y un futuro incierto

Creado hace más de veinte años como una solución a la ‘torrentada’ de 1989 y como atractivo turístico, hoy su imagen se debate entre las algas y su posible eliminación

Imagen del estanque artificial de s'Illot, con una espesa capa de algas.

A principios de verano de 1989 la desembocadura del torrente de ca n’Amer en la playa de s’Illot carecía de importancia, más allá de ser la frontera natural de separación del núcleo costero entre los municipios de Manacor y Sant Llorenç. Tradicionalmente de cauce seco, ni los ayuntamientos ni el Govern veían la necesidad de modificar el trazado del paseo marítimo que pasaba literalmente por encima, diseñado a ras de suelo y colindando con la arena y los turistas. Si en invierno aquello se inundaba un poco tampoco pasaba nada.

Pero la tragedia llegó solo dos meses después. La mañana del 6 de septiembre, la descarga de 200 litros por metro cuadrado en cuestión de minutos, desbordó literalmente toda previsión. La playa de s'Illot se transformó en un gran lago donde flotaron a la deriva sombrillas, furgonetas y muchos restos del antiguo paseo, dejando maltrecho el Hotel Cala Moreia, del que incluso se temió por su estructura.

El susto fue de tal dimensión que las administraciones públicas idearon una solución definitiva: la construcción de un puente entre uno y otro lado del lecho. Pero… ¿Cómo justificar una estructura así en una zona turística y para cruzar un espacio totalmente seco?. Fácil, creando un pequeño estanque artificial a partir del bombeo constante mediante tuberías de agua salada del mar hacia adentro. Con eso, combinado con el flujo intermitente de agua dulce de la torrentera y con la aportación de peces y patos, se creaba, además de un espacio pintoresco, un estanque que cuidar.

Pero lo idílico no suele combinar bien con la practicidad, así que cuando un año es deficitario en lluvias y por lo tanto el agua salada gana por goleada a la dulce del torrente, se produce un fenómeno ‘inesperado’: el agua estancada, mezclada con las altas temperaturas produce la creación de una capa de algas y vegetación nada amorosa.

La acumulación de vegetación es habitual en la zona. | S.SANSÓ

Una estampa de lago verde que ha llevado a numerosos silloters a protestar en las redes y a subir imágenes poco edificantes para estar justo al lado de la playa. Una denuncia auspiciada después por el Partido Popular de Manacor, que durante el último pleno de julio pidió explicaciones al concejal de la zona costera, el socialista Sebastià Nadal.

«No entendemos cómo se ha podido llegar hasta aquí, ahora que ya han llegado los turistas y la gente que ha empezado a veranear. Creo que el Ayuntamiento debe hallar una solución porque el daño visual es evidente», concreta Maria Antònia Sansó, portavoz del grupo popular.

Limpieza de la zona

Por su parte, Nadal y el equipo de gobierno se excusan recordando que la zona problemática «ya ha sido limpiada durante 20 horas por la brigada municipal». Aunque lo que parecía que había quedado bien y limpio «volvió a quedarse igual solo unos días después, lo que demuestra que es más profundo». Unos trabajos de succión mecánica que han costado más de 1.500 euros y que ahora el Ayuntamiento repetirá «de manera manual, porque no podemos estar gastando tanto dinero para no solventar nada».

Nadal, a la vez que también pide la colaboración de las administraciones supramunicipales responsables del mantenimiento de los torrentes y del ayuntamiento de Sant Llorenç des Cardassar como parte implicada en s’Illot, asevera que «aunque la imagen sea muy fea, no supone ningún peligro para la fauna que vive allí».

«De hecho este año hasta hemos mantenido en funcionamiento la bomba durante todo el invierno, con lo que no han aparecido los típicos peces muertos de otros veranos», añade el concejal.

Miquel Oliver, alcalde de Manacor, va incluso más allá: «Su mantenimiento debería ser responsabilidad también de Recursos Hídricos y de Sant Llorenç. Está claro que debemos encontrar entre todos una solución definitiva a partir de septiembre. Quizá no tenga mucho sentido tener una piscina artificial, mantener un paisaje que de natural tiene muy poco…».

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