Un dividido Tribunal Constitucional tumba el confinamiento del primer estado de alarma y el Gobierno llama sorpresa a su indignación. Ocurre en el mismo momento en que los sanitarios vuelven a mostrar claros signos de cansancio. Quizás hubiera sido mejor que la máxima instancia judicial hubiera deliberado en bata blanca en vez de toga y tenido por estrados un hospital.
Un centro sanitario es ahora el mejor lugar para pulsar la «inconsciencia» que vuelve a desbocar contagios y desespera a unos profesionales de la salud «agotados». Por tanto también es el lugar en el que se dirimen o entuban las verdaderas libertades, esas que pueden darte autonomía personal si estás en plenitud de facultades. El hospital de Manacor evacua quirófanos porque la duplicidad de casos de covid en apenas dos semanas le hace temer lo peor. A estas alturas ya sabe que las listas de espera para intervenciones quirúrgicas, que tenía previsto extinguir este verano, se quedarán como están, en el mejor de los casos.
La gerente del hospital de Manacor, fría, analítica y cansada, sus antibióticos preventivos para lo que se ve venir, dice que todo es fruto de una «inconsciencia» general, otra mutación de la pandemia.
