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Lletra menuda | Cada día es fiesta en la Serra

La Serra cumple una década como patrimonio mundial de la UNESCO y siglos infinitos como sustento y médula dorsal de Mallorca. El problema está en que lo primero ha deslumbrado y eclipsado lo segundo. Ayer mismo, ante La Cartoixa de Valldemossa, volvió a quedar patente la predilección por el traje de gala de la efemérides frente al vestido de faena de cada día. Es más, se ha perdido el sentido y utilidad de este último. Ya en la década de los años 60 del siglo pasado, Los Javaloyas certificaron que Cada día es fiesta en Mallorca, para atraer en masa a los turistas europeos. El festival está concentrado ahora en buena parte sobre la Serra. Será necesario, por tanto, que alguien componga la melodía de También hay días de faena en Tramuntana, porque su futuro y el de la isla penden de la plasmación práctica de tal convicción. Catalina Cladera rechazó ayer que la Serra sea solo una postal, pero exprimió todos sus decorados y reclamos, incluido el muy peligroso de polo generador de atracción turística. La presidenta del Consell ve en la cordillera mallorquina desde el patio de evasión de los isleños hartos de covid hasta un excepcional plató cinematográfico. Es el comodín para todo. De ahí a la degradación equiparable al salón noble convertido en cuarto trastero va un paso. Después, la restauración será más dificultosa. Mientras el Consell celebra la fiesta mayor del reconocimiento internacional de la Serra y el Govern le aplaude la ocurrencia, los propietarios, las entidades nacidas al amparo de la realidad integral del lugar, los ecologistas y los agricultores, arriman el hombro por la Tramuntana de cada día. Hace falta una ley integral, un plan de usos como margen de contingencia de la agricultura y la explotación turística al alza. Sobra fiesta en la Serra y falta trabajo diario. Necesita, simplemente, ser ella misma.

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