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75 años del hundimiento del submarino C-4 en aguas de Sóller

La estación naval ‘sollerica’ rinde hoy con todos los honores un homenaje a los 44 fallecidos en una de las peores tragedias

El submarino durante el proceso de construcción.

Hace ahora 75 años Sóller fue testigo de una de las peores tragedias navales que se recuerdan y que se saldó con la muerte de un total de 44 personas. Tal día como ayer, el 27 de junio de 1946, naufragó el submarino de la Armada C-4 llevándose al fondo del mar la vida de todos sus tripulante

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El Port de Sóller rinde homenaje a las víctimas del submarino C-4

El trágico suceso se desencadenó durante unos ejercicios militares que se realizaron en aguas exteriores del Port de Sóller cuyos protagonistas fueron el sumergible y el destructor Lepanto.

José María Garrido recopiló hace unos años la historia de la tragedia que acabó con uno de los activos más importantes de la Armada de la época. Según su trabajo de investigación, desde los muelles de la estación naval zarparon hacia mar abierto la flotilla compuesta por los submarinos C-2, C-4 y el denominado General Sanjurjo, que efectuaron su inmersión tan pronto se situaron en la bocana del Port. Del mismo modo zarparon los destructores Alcalá, Galiano, Churruca y Lepanto que participaban en las maniobras. El ejercicio tenía como finalidad poner a prueba las tripulaciones de los submarinos a la hora de divisar y atacar navíos de guerra enemigos.

Homenaje a las víctimas del navío Castillo de Olite a bordo de C-4. Joan Mora

El C-2 fue el primero en detectar los barcos de guerra y en atacarlos cuando estaban a 22 millas del faro de Cap Gros y, dirigiéndose al puerto de Sóller. Esta acción fue el preludio de la tragedia que poco después se produciría.

El submarino C-4. Joan Mora

A las 13:55 horas la tripulación del destructor Lepanto contempló atónita cómo soplaba lastres y emergía a su lado de babor el submarino C-4, y lo hizo tan cerca que impidió al barco de guerra efectuar cualquier tipo de maniobra para esquivarlo. La colisión fue imposible de evitar y el Lepanto impacto contra el submarino en la zona entre el cañón de proa y la torreta. El choque fue tan catastrófico que el submarino se partió en dos. El submarino estaba ya herido de muerte y con él toda la tripulación que iba a bordo.

El submarino C-4.

El accidente se produjo a 13 millas náuticas del Morro de la Vaca. La profundidad marcada por las sondas situaba el pecio a 300 metros de profundidad. Muchos miembros de la tripulación del Lepanto, e incluso del Churruca, que también se encontraba en las proximidades, pudieron contemplar impotentes la escena con la que el mar engullía para siempre el submarino accidentado.

El recuento final arrojó la cifra de 44 víctimas mortales, toda la tripulación al frente de la cual estaba el capitán de corbeta Francisco Reina Carvajal. Pasados unos meses, el buque fue oficialmente dado de baja en la Armada. Hasta ese momento figuraba como desaparecido. La orden apareció en el Diario Oficial del 7 de febrero de 1947.

A pesar de la tragedia, las maniobras militares continuaron en los días siguientes, hasta que el 6 de julio de 1946 los navíos iniciaron el camino de retorno hacia su base en el puerto de Cartagena. En su viaje de regreso, los destructores y los dos submarinos hicieron una parada en el punto donde se produjo el accidente para rendir un homenaje a las víctimas antes de continuar hacia Cartagena. En la ciudad murciana, se sucedieron los homenajes a las víctimas del naufragio, ya que en su mayoría eran jóvenes soldados de la zona.

El destructor Lepanto. Joan Mora

Con su desaparición se ponía punto y final a un submarino de 73 metros de eslora que fue botado en julio de 1929. Se trataba de un sumergible de la Clase C que durante la Guerra Civil estuvo al servicio de la Armada republicana, primero, hasta que acabó en manos de los sublevados.

Como anécdota, en abril de 1946, el jefe del Estado, el general Franco, visitó Cartagena con motivo de un homenaje que se hizo a las víctimas del navío Castillo de Olite, hundido frente a la isla de Escombreras en las postrimerías de la Guerra Civil, y presenció los actos a bordo del C-4, el sumergible que apenas tres meses después acabaría para siempre en el fondo del Mar Mediterráneo.

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