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Lletra menuda | Aguas en proceso de control

Falta de calidad y excesos de fugas son los dos grandes problemas que arrastra Manacor con el abastecimiento de agua en su red pública. Son déficits que afectan a muchos núcleos urbanos de Mallorca pero que en esta ciudad se han vuelto rutina a pesar de que en demasiadas ocasiones han puesto en peligro la salubridad. Quizás porque el desperdicio y el acopio de nitratos han quedado asimilados como mal endémico, el gerente de la empresa municipal se atreve ahora ya a ondear expresiones de satisfacción cuando las fugas se reducen a la mitad, tras 5 años de reparaciones. Sería arriesgado asegurar que el vecino acostumbrado a un recibo que no se corresponde con la calidad necesaria tiene la misma impresión. Domesticar las fugas para trasvasarlas desde el 60 al 30 por ciento y progresar en la sectorización de la red, en busca de mayor presión y mejor capacidad de reparación es, sin duda, un avance significativo, pero todavía insuficiente para refrescarse el rostro político con la satisfacción. Ni siquiera se ha logrado todavía rebajar las pérdidas hasta el 20%, el tope máximo que contempla la normativa europea. Manacor ha estado demasiado tiempo pensando en seco. Ha dejado correr el agua a su antojo y lo ha hecho mientras su progresión demográfica ha sido claramente ascendente. Por eso ahora se encuentra con casi 90 kilómetros de tuberías obsoletas que también deben trasplantarse desde el fibrocemento al polietileno. La minuciosa labor que se está desarrollando solo ha permitido, de momento, intervenir en 6 de los 50 sectores establecidos. Pero más vale tarde y bien que nunca o mal. Dado que el agua es vida, la misión emprendida debe servir de una vez por todas para que Manacor ponga a punto el grifo de la normalidad.

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