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Lletra menuda | Con la sensibilidad a flor de piel

Las restricciones y toques de queda provocados por la covid-19 han hecho que todo se vuelva más frágil y dificultoso, en consecuencia, también más susceptible y cargado de prejuicios. Son los efectos secundarios de las penurias y la debilidad, especialmente en el ámbito comercial y laboral. En tales condiciones, la queja encuentra terreno abonado casi de forma espontánea. Los sectores económicos reclaman ya concreción sobre el modo de distribución de las ayudas. La presidenta Armengol y el vicepresidente Yllanes las explicaron ayer en Calvià. En este municipio también saltan los restauradores de Illetes cuando ven que el Ayuntamiento renueva un tramo de la red de saneamiento y los coches se alejan de sus establecimientos al menos por espacio de mes y medio. Podían haberlo hecho antes o después y no ahora, cuando empieza a haber movimiento, dicen. Pero el saneamiento no es estética y sí salubridad necesaria. Hay cosas que no pueden ni deben esperar. La conveniencia general debe primar sobre el legítimo negocio particular. Sin amplitud de miras ni perspectiva de prioridades es imposible contentar a todos. También resulta esencial que el ciudadano, comerciante o cliente, sea capaz de mirar más allá de su portal y entender que el bienestar exige preferencias.

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