Las reverendas franciscanas abandonarán hoy el convento de Pòrtol después de casi 118 años. Una decisión que se ha precipitado por motivos de salud, ya que con la compra de las instalaciones por parte del Consistorio se había acordado el usufructo de estas por parte de las últimas religiosas.
Así, hoy se cierra el último capítulo de una historia que arrancó el 9 de septiembre de 1903 con la llegada a la localidad de tres reverendas franciscanas, que se instalaron en un primer momento en la casa de Joan Capó, situada en la calle Major de Pòrtol, y que fueron Sor Aurelia Rigo de s’Alqueria Blanca, Sor Eufrasia Perelló de Costitx y Sor Celeidora Palmer de Estellencs. Fue dos años después, el 6 de setiembre de 1905, cuando llegó la que sería la primera priora, Sor Maria Quiteira de Lloseta, que abandonó un año después Pòrtol para irse a Llubí.
Curiosamente, también son tres las religiosas que ahora abandonan el convento: Sor Catalina de Llubí, actual priora, Sor Magdalena de Lloseta y Sor Maria de Manacor.
A pesar de ser una noticia esperada, los vecinos de Pòrtol lamentan la pérdida de las religiosas franciscanas, que durante más de un siglo han efectuado una gran labor en la localidad y se han sabido ganar la estimación de los habitantes del pueblo a lo largo de los años, no siendo pocos los niños y niñas que aprendieron las primeras letras en el colegio de las monjas.
El futuro del convento, el cual está catalogado, todavía no está totalmente definido, ya que el Consistorio debe reformar su interior. Lo que sí ha avanzado el alcalde Miquel Cabot es que una de las dependencias se destinará para albergar la biblioteca de Pòrtol.