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Lletra menuda | La ruta del negocio exclusivo

Mallorca dispone de un santuario natural a pocas millas, Cabrera, y ses Salines goza de la proximidad privilegiada del lugar. Es como si ambos sitios estuvieran integrados el uno con el otro, a pesar de la franja marítima de separación. Pero todo es relativo.

El Govern modifica el plan de gestión y usos de Cabrera abriendo la posibilidad de nuevas rutas de acceso y una presencia máxima de 300 personas al día. Ses Salines, más en concreto Colònia de Sant Jordi, ha percibido en ello que le han entrado a controlar y gobernar la casa propia. Dicho de modo más interesado y materialista, que se le acaba la exclusividad del negocio de los accesos al subarchipiélago y sus derivados.

Resulta comprensible. Cada uno tiene derecho a defender y promocionar su negocio, por eso el Ayuntamiento aprueba una moción reclamando la exclusividad y 300 personas de forma simultánea en Cabrera y los empresarios del sector le respaldan desde la calle. Hasta ahora siempre ha sido así y cuesta perder la fuerza de la costumbre favorable. Pero el sol abrasador, y a pesar de ello agradable, de Cabrera también sale para todos.

Puestos en plan reivindicativo, Palma podría reclamar su porción de maniobra porque, a pesar de la distancia, Cabrera está integrada en el municipio capitalino. El hecho es que el monopolio es atractivo para quien lo disfruta y la competencia igualitaria y sana para el usuario del servicio. Las puertas del mar de Cabrera solo pueden responder a la tutela del parque nacional.

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