No es solo lo que haces sino cómo lo realizas y, si surgen adversidades, lo justificas y explican. Las pruebas PCR del alcalde de Pollença y la vacuna adelantada de la regidora de Pollença, con cargo al erario público, son un claro ejemplo de formas de comportamiento que delatan y reafirman la irregularidad de los hechos. Se ha intentado deformar en exceso el agravio cometido hasta el punto de querer vincularlo a la buena situación sanitaria de la residencia de Pollença. Es decir, los residentes se han librado de contagios porque el alcalde se ha autovigilado y la regidora ha acelerado su vacunación. Evidentemente, no es eso. El malestar de los partidos del equipo de gobierno, que se ven obligados a rechazar la reprobación de la oposición, pero expresan su queja por no haber sido informados antes que la opinión pública, es otro testimonio de la debilidad de los argumentos de la protección política. También la evidencia de que el deterioro de la imagen causada a la casa consistorial, preocupa a unos y a otros. La disciplina política mal entendida sigue pesando más que la transparencia y la pulcritud en el uso de los bienes públicos. Si Tomeu Cifre y Francisca Cerdà hubieran estado convencidos de la coherencia y validez de su actuación, sus PCR y vacuna hubieran tenido testimonio gráfico. Sin embargo, solo han sido reconocidas cuando no ha quedado más remedio porque la presión de la calle y la denuncia de la oposición municipal ya eran insostenibles. A Junts Avançam, Alternativa y Podem les interesa no verse envueltos en la faena y que ésta desgaste a los protagonistas. Del otro lado, PP, El Pi y Unió Mollera Pollencina pretenden salvar el asunto con pocas lesiones. Lo dicho, la reacción delata los hechos.
