La intuición no falla. Y, menos, si se trata de la directora de la excavación de Aranzadi en las fosas de Porreres, Lourdes Herrasti. Una vez concluidas las excavaciones de la segunda fase, sus dudas persistían, por ello, apostó por realizar nuevas prospecciones en las ocho fosas excavadas en 2016. Su ojo arqueológico dio en la diana: se han localizado entierros en niveles inferiores en tres de ellas con la localización de 21 víctimas más. En total, se han recuperado en las dos intervenciones en el cementerio de Porreres a 114 personas que sufrieron la represión de la Guerra Civil, una cifra que se «aproxima mucho» a los datos históricos que hablan de 115 a 120 personas.
«Hay que tener en cuenta que dos de las fosas exhumadas este año, fueron afectadas por placas de hormigón y solo recuperamos una parte parcial. Estamos muy próximos al volumen total de personas que fueron asesinadas en Porreres», sentencia Herrasti, que reconoce que cuando empezaron los trabajos todo eran incógnitas. «Cuando iniciamos los trabajos nunca pensamos que llegaríamos a tal volumen. Vinimos para diez días y se cumple un mes», admite Herrasti, satisfecha con los grandes resultados.
Una de la novedades de esta segunda campaña iniciada el 8 de febrero fue que en las fosas 5 y 11 se documentaron dos momentos de entierros separados por una capa de tierra compacta de 30 centímetros. Estaban a una profundidad de unos 100 centímetros. Antes de marcharse, los arqueólogos quisieron comprobar si este patrón se repetía en las fosas abiertas en 2016. Los expertos plantearon la posibilidad que en las fosas donde localizaron menos resto óseos hace cinco años, podría haber un segundo grupo enterrado a mayor profundidad. Así fue. El equipo técnico de Aranzadi ha confirmado que en cinco de las trece fosas del cementerio porrerenc había dos niveles de enterramientos, separados por una capa de tierra muy compacta.
Una vez confirmado en tres de las ocho fosas abiertas hace cinco años, se ha apostado por «intervenir inmediatamente ante la posibilidad de que hubiera más víctimas y, así, poder dar respuesta a las familias». Son palabras del secretario autonómico de Memoria Democrática, Jesús Jurado, que reafirma el compromiso del Govern en seguir buscando mientras queden opciones: «Es una obligación democrática».
Así, en la fosa número 1, han localizado cinco personas mientras que en la número 3 han hallado nueve y en la número 4, siete. A pie de fosa, los arqueólogos continúan con las tareas de exhumación. Los restos hallados se corresponden con la misma cronología, es decir, de 1937 de sacas de presos y de grupos de vecinos detenidos, que no pasaron por la prisión. Entre los objetos hallados en esta nueva intervención: zapatos, restos de ropa, una medalla con la inscripción Mallorca, dos gafas, balas, proyectiles o casquillos. Y la imagen del horror también se repite: orificios en el cráneo por arma de fuego o un fémur desalineado con una lesión perimortem por disparo. Eso sí, ni rastro de las cinco mujeres, entre ellas Aurora Picornell. «Hemos revisado la zona y no las hemos encontrado. Hemos llegado a tierra firme», sentencia Herrasti, que asegura que los análisis antropológicos darán mucha más información sobre estas víctimas. Luego serán entregadas a Bon Sosec en cadena de custodia hasta que sean identificadas y devueltas a sus familiares. Un proceso que puede tardar un año.
