Andratx emprende el camino que han seguido antes otros municipios como Binissalem, Sant Joan o Santanyí. En su día fueron agraciados como cuna de quienes han engrosado la lista de autores de referencia de la literatura catalana. Volver o recuperar los orígenes significa, en estos casos, salvar patrimonio arquitectónico, regresar a la esencia y situar el foco de atención sobre el genio creativo de figuras como Llorenç Villalonga, Rafel Ginard, Blai Bonet y ahora Baltasar Porcel.
Evidentemente, son firmas de sobra consolidadas que no necesitan avales ni escenario para refrendar unas obras de calidad consolidada, pero sus casas museo, además de documentar sus vidas, su trayectoria personal, sí que pueden servir de incentivo cultural diversificado y polo de atracción hacia la literatura de patente mallorquina que se vuelve universal.
Baltasar Porcel y Andratx son inseparables. Los edificios que albergarán su casa museo eran como Cavalls cap a la fosca del derrumbe. Ahora recuperan el ritmo acompasado de la consolidación física y cultural. En buena hora. Nunca es tarde para volver a casa. Quien descubra y siga las letras de Porcel llegará a Andratx.
