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Lletra menuda | Patrimonio y servicio público

Con demasiada frecuencia, los ayuntamientos buscan la oportunidad de compra de inmuebles sin evaluar la necesidad real de la operación. Ven en ella una ocasión para pulir imagen y aumentar patrimonio público. Sin embargo, de no existir una necesidad práctica, si primero se compra y después se decide qué hacer, todo puede acabar en quebradero de cabeza y gasto innecesario, porque los inmuebles deben mantenerse y ser dotados de vida útil. No es aconsejable incorporar patrimonio público al deterioro. El ayuntamiento de Deià compra Can Vallès. En este caso, la operación parece responder a una buena ocasión revertible en salvaguarda del patrimonio, tanto arquitectónico como cultural o histórico, la inversión consecuente del remanente municipal y la modernización de las infraestructuras de servicio vecinal. La operación de compra equivale al actual presupuesto municipal. El Ayuntamiento deberá pedir un crédito de un millón de euros para sumar los tres que vale el palacete. Si se controla el resto de gasto municipal no es endeudamiento desmesurado. Uno de los mayores incentivos de la adquisición se sitúa en los antecedentes de un edificio singular que remite su última reforma a finales del siglo XIX conjugando estilos arquitectónicos compatibles con el regionalismo, la influencia italiana y el neogótico. También es un palacete marcado por sus antiguos moradores. Perteneció a Antoni Vives, el secretario del Arxiduc Lluís Salvador. Can Vallès ha experimentado un trance complejo. Pudo ser hotel de lujo con referencias pictóricas pero acaba en manos municipales para salvar patrimonio de todos y regenerarse con carácter para usos públicos modernos. Queda pendiente de una reforma que debe hacer compatible lo uno y lo otro.

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