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Lletra menuda | Descontento y coste creciente

A todos nos iría de mil maravillas que las distintas administraciones públicas fueran capaces de hacer una seria autorreflexión, una catarsis, sobre el porqué su modo de actuar provoca, a la par, costes crecientes al ciudadano y también descontentos al alza. Siendo realistas, la verdad es que cabe albergar muy pocas esperanzas sobre tal capacidad de análisis y autocrítica. Suponemos que es mera casualidad, pero el entorno de Sóller se está llevando la palma en estas semanas en lo relativo a derroches por falta de precisión y gusto por la buena administración.

Primero fueron los bloques de cemento a modo de falsa pared de piedra en la carretera, después el túnel rescatado sin interés público elemental y ahora el coste, muy superior a lo previsto, de la expropiación forzosa del campo de deportes Infante Lois. También está el movimiento vecinal de queja por el modo de ejecución previsto para el aparcamiento del Cingle.

Cuando ocurren tantas diferencias entre Administración y administrado significa que algo serio está pasando. Es difícil de entender y de justificar que el ayuntamiento de Sóller acabe pagando más de dos millones más, que al parecer no tiene, a cuenta de intereses por la demora y reversión judicial de la tasación del Infante Lois. No solo eso, se enfrenta a otro litigio semejante por la expropiación de la Fàbrica Nova, que le puede costar otros 4,3 millones.

Ante tanta desavenencia y jueces que suplen lo que debería ser acción de la buena política, no resulta mala alternativa y hasta es comprensible, que el alcalde Simarro opte por el camino de en medio de consensuar con los destinatarios los usos del ya obsoleto Infante Lois. Aunque sea objeto de deudas, que por lo menos resulte útil y agradable en el futuro.

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