La reforma de un muelle con casi doscientos años de historia ha desatado la polémica en Portocolom. Ports de les Illes Balears defiende que el proyecto de rehabilitación de parte del empedrado de sa Duana protege el patrimonio arquitectónico y cultural de la zona, mientras asociaciones conservacionistas y vecinos discrepan y amenazan con movilizaciones si la reparación sigue adelante.

Hablamos del corazón de Portocolom. Un espacio vinculado a una forma de vida, una cultura y unas tradiciones que nadie quiere perder. «Es nuestro sello de identidad», sostiene el felanitxer Jaume Adrover, miembro de Terraferida, quien añade: «Si nos quitan eso nos matan».

El muelle es utilizado en la actualidad por los vecinos como una zona de paseo en la que también caben los pescadores, que reparan las redes ahí mismo, y esporádicamente se acogen actividades. Una multifuncionalidad que ha ido cambiando con el paso de los años. En 1828, tras su construcción, su principal misión era favorecer el paso de mercancías. Y no unas cualquieras: se transportaba el vino que se producía en El Sindicat de Felanitx -principalmente a Francia-. «Fue el aumento del comercio el que hizo necesario la construcción del muelle, ya que hasta el momento se utilizaba la otra parte del puerto», explica Bartomeu Salvà, arqueólogo y miembro de la entidad Amics dels Closos de Can Gaià.

Una construcción que, con pocos miramientos, utilizó piedras del yacimiento arqueológico de los Closos de Can Gaià, el poblado más antiguo de la zona datado en el 1.700 aC. «En aquella época tenía lógica ya que eran piedras que ya estaban talladas. Solo debían cogerlas y colocarlas», señala Salvà. Y parece que quitaron bastantes: de tres metros que miden las Navetas, la mayoría han quedado reducidas a uno.

Prueba de este ‘robo’ son los instrumentos y monedas que se han hallado en el yacimiento arqueológico tras desmontar las Navetas, además de documentos que lo corroboran. Un hecho que, según coinciden entidades proteccionistas y vecinos, añade más valor al muelle.

Fisura en una parte de sa Duana que ha sido cerrada al público. | A.RUIZ

«Un prejuicio social y patrimonial»

En palabras de Salvà -«y ahora hablo como vecino», especifica-, la rehabilitación de este espacio supondría un prejuicio social, y evidentemente patrimonial, si no se mantuviera la técnica. «La identidad de un grupo social se deshace, podemos progresar, pero no tenemos por qué cambiar. El patrimonio es identidad humana», asegura.

Según este arqueólogo, es fundamental que se arregle la zona del empedrado de sa Duana, pero sostiene que se debe hacer bien, manteniendo el valor etnológico.

De la misma forma se pronuncia Adrover, quien habla sin tapujos de su desconfianza hacia la actuación de Ports de les Illes Balears. «Tenemos una mala experiencia con el tema de las barracas y el paseo que quisieron hacer en la Bassa Nova», detalla.

Para este miembro de Terraferida, que ha firmado un manifiesto junto a seis entidades y grupos conservacionistas más para rechazar el proyecto de Ports IB, el documento que hay ahora mismo sobre la mesa «es inaceptable». «Nos negamos a que pongan cemento y hierros. Tienen que utilizar la técnica constructiva de la época [en la que se construyó]», apunta.

Según defiende Adrover, hay especialistas en la isla (como los margers) que podrían hacerlo, y el presupuesto se ajustaría al millón que tiene previsto gastarse la administración pública con su actuación. «Solo queremos que se arregle como toca y que quede igual. Es lo más importante que tenemos en Portocolom», añade.

Por otro lado, desde Ports de les Illes Balears se muestran sorprendidos con la repercusión del proyecto, y defienden que su planteamiento protege el patrimonio arqueológico y cultural de la zona.

En palabras del director general de Territorio Aéreo y Marítimo, Xavier Ramis, el proyecto contempla hacer acopio de las piedras, que serán numeradas al retirarlas. Después se volverán a colocar tal y como estaban, con la supervisión de arqueólogos, sobre una estructura de hierro y hormigón. «Quedaría idéntico a como está ahora y en ningún caso habría cemento a la vista», indica.

Sobre este aspecto, Ramis incide en que tal vez ha habido un mal entendido. Al parecer, el dibujo del proyecto representa una zona pavimentada, mientras que en la memoria se detalla que se trata de una zona empedrada. Un ‘tipo’ del programa informático que, «en ningún caso» -dice-, pasaría del papel. «Somos muy respetuosos con este patrimonio y sabemos el valor que tiene», afirma haciendo referencia a la ‘foto típica’ de Mallorca.

Un discurso que sigue sin convencer a los de Terraferida. «En Ciutadella supuestamente debían poner las mismas piedras y aún sigue guardadas en un almacén», asevera Adrover, al tiempo que advierte que en Portocolom «no tocará nada». «No es cuestión de deshacerlo y volverlo a colocar de cualquier manera, hay que hacerlo bien», insiste.

Otro de los puntos de la discordia es la grúa. Mientras algunas entidades conservacionistas aseguran que la máquina que se ha colocado encima de una zona de sa Duana ha sido la causante de las fisuras, desde Ports IB sostienen que no tiene nada que ver. «La grúa hace 20 años que está ahí», comenta Ramis.

Para la construcción del muelle se utilizaron piedras de los Closos de Can Gaià. | A.RUIZ

Una obra urgente

En lo que sí coinciden ambas partes es en la urgencia de la obra. Según Ports IB, el pasado año cerraron una zona de sa Duana por su peligrosidad a la espera de la reparación. «Hay que actuar rápido, no podemos permitir que caigan piedras al mar [ya que sería «difícil» recuperarlas y colocarlas de nuevo]», señala Ramis, quien reconoce que es complicado teniendo en cuenta la lentitud de la burocracia.

A la espera de que el proceso de licitación se ponga en marcha (a la empresa adjudicataria se le exigirá que cuente en su plantilla con un arqueólogo), está previsto que este miércoles Ports IB se vuelva a reunir con las asociaciones contrarias al proyecto a fin de llegar a un acuerdo. «Todo lo que sea mejorar, bienvenido sea», apunta Ramis, quien destaca que el muelle de Portocolom, pese a no estar catalogado como un Bien de Interés Cultural (BIC), solo Bien Municipal, su departamento ha tenido en cuenta el valor patrimonial a la hora de desarrollar el proyecto.

Un atributo insuficiente para algunas entidades, que insisten en que si no se restaura con la técnica tradicional, saldrán a manifestarse en los próximos días. «Este conjunto es lo más importante que tenemos, es nuestra Seu», concluye Adrover.

Las barracas siguen «en estudio»

Otro de los elementos más característicos de Portocolom son las barracas, construidas en los años 30. El proyecto de rehabilitación se encuentra actualmente redactándose, aunque Ports de les Illes Balears avanza que conservará su imagen y tipología pese a no estar catalogadas como Bien de Interés Cultural (BIC). Para ello, trabajan con los departamentos de Patrimonio del Consell y el Consistorio. Desde Terraferida aseguran estar deseando ver el proyecto, pero para eso aún queda.

«¿Cemento? De ninguna de las maneras»

Los vecinos alzan la voz y reclaman que se proteja el patrimonio de Portocolom. «Es necesario que se arregle una parte del empedrado de sa Duana, pero ¿poner cemento? De ninguna de las maneras», sostiene Francisca Vicens, quien, junto a su marido Toni Caldentey, ha salido a dar un paseo por el muelle de Portocolom para ver «dónde quieren hacer ese desastre». Miran hacia un lado y hacia otro en busca de desperfectos.

«Estas piedras vienen de los Closos de Can Gaià. Es una parte del patrimonio histórico y cultural del Puerto y no lo pueden tocar», asegura Caldentey mientras su mujer asiente con la cabeza. 

«Para los que somos portarrins, el Puerto es nuestro corazoncito», comenta ella, mientras rememora que en su infancia venía al muelle a jugar. «Y estaba tal y como está ahora», indica, justificando que su edad le avala.

También Sebastià Barceló, de 85 años, recuerda los días que pasó de pequeño jugando en la zona de sa Duana. «Y ahora está idéntica», detalla. Barceló, que aprovecha el sol de las mañanas para pasear por este espacio, destaca que esta obra no es nueva. «Hace unos dos años y medio se arregló otra zona y fue muy bien. Mira, casi ni se nota», comenta mientras señala con el dedo una mancha que revela que ese espacio ha sido restaurado. En su opinión, lo más adecuado es respetar lo antiguo, pero avisa: «Cada gobierno hace lo que quiere, así que yo no digo nada».

Quien sí dice es Pep Mesquida, que no duda en mostrar su indignación ante el proyecto de Ports de les Illes Balears. «Es un patrimonio histórico de 200 años y lucharemos para que se mantenga», manifiesta, al tiempo que asegura que las instituciones deben buscar la solución más adecuada para volver a dejarlo «como está» porque -dice- «es lo más importante que tiene Portocolom».

Mesquida además lamenta la poca información que ha proporcionado Ports IB en cuanto al proyecto. «Debería haber una exposición pública en la que nos expliquen en qué consiste la rehabilitación», afirma.

Este felanitxer recurre a la obra realizada en Menorca para argumentar su falta de confianza hacia el Govern. «Se han hecho desastres en otros lugares como Menorca, donde te dicen que harán una cosa y después es otra. En Portocolom no lo permitiremos de ninguna de las maneras», asevera, recordando que en caso de no paralizarse el proyecto saldrán a la calle a protestar.