«Solo queremos que nos dejen trabajar». Fue la frase que más se repitió en el día de ayer durante la caminata reivindicativa en defensa del sector turístico de la Colònia de Sant Jordi (ses Salines) que organizó la Asociación Hotelera de la zona. Una marea blanca de alrededor de 200 personas, entre hoteleros, restauradores, comerciantes y trabajadores, cubrió el paseo des Port hasta la playa de es Dolç con el lema ‘SOS Turismo’.

«Reclamamos [al Govern] una vacunación masiva de la población para salvar la temporada», manifestó Gori Bonet, presidente de la entidad hotelera de la Colònia de Sant Jordi, quien sostuvo que la de Semana Santa ya la han dado por perdida. Por ello, pidió un plan de rescate urgente y ayudas directas -«y reales»- para el sector, ya que no prevén abrir hasta junio.

«Debemos ser una comunidad autónoma segura para que los turistas confíen en venir», declaró Mari Carmen López, empleada del hotel Martorell, quien ayer se sumó a la marcha porque no puede estar más tiempo parada. Acostumbrada a trabajar siete u ocho meses, el pasado año solo cotizó un mes y medio (desde mediados de junio hasta el 30 de agosto). Y las expectativas para este año no son mejores. Por ello, según López, la única salida es la vacunación. «Vacunación masiva ya, necesitamos trabajar. No podemos vivir una temporada turística como la pasada. Es insostenible», aseveró.

Esta mallorquina confesó que la incertidumbre de qué pasará en los próximos meses «le está matando». Tiene dos hijas a su cargo y la prestación que percibe por estar de ERTE no es suficiente para afrontar todos los gastos. «No es cuestión de más ayudas sino de que nos dejen trabajar», insistió.

López hizo hincapié en que las administraciones no le están dando al turismo la importancia que tiene. «A la vista está, Balears es de las comunidades con menos vacunados de toda España», apostilló.

«Mallorca está asfixiada»

En la misma línea se pronunció Mati Amor, quien regenta el restaurante Flor d’Ametler desde hace tres años. En palabras de esta restauradora, Mallorca se encuentra en estos momentos «asfixiada». «Del turismo vivimos todos, de manera directa o indirecta», subrayó. Ayer se animó a salir a la calle a protestar porque cree que es necesario que les vean y les oigan, y se tomen cartas en el asunto «cuanto antes».

Según Amor, las perspectivas para este año son peores que en el ejercicio anterior. «El pasado año al final todos los que trabajamos en la restauración pudimos trabajar más o menos pero este año lo veo muy negro», señaló cabizbaja, para después enumerar las restricciones que se han impuesto para frenar la propagación de la covid-19, empezando por «cerrar a cal y canto la restauración».

El restaurante de Amor abría todo el año. El confinamiento obligó a echar la persiana unos meses y el «20 de diciembre no pude más y cerré». Según Amor, este último cierre se debió a las nuevas restricciones dictadas por el Ejecutivo autonómico así como los innumerables gastos que -dice- le estaban ahogando. «Pago alquiler del local, electricidad, agua, autónomo,...», detalló.

En cuanto a las ayudas que ha lanzado el Govern para este sector, Amor aseguró no haber visto ni un duro. «He solicitado una pero no sé si me la concederán», comentó, al tiempo que denunció la «poca claridad» de las administraciones a la hora de explicar en qué consisten estas subvenciones y cómo se solicitan. «Muchas arrancaban en domingo cuando la gestoría está cerrada», lamentó.

Los gastos han sobrepasado a esta restauradora de la Colònia de Sant Jordi, que mira hacia el futuro con miedo e incertidumbre. Al igual que el sector hotelero, comercial y los propios empleados. Ayer unieron sus fuerzas para alzar la voz y reclamar vacunación masiva, un plan de rescate urgente, y en definitiva, un escenario seguro para poder trabajar.