En estos días de frío invierno, el mercado se encarga de recordar que el coste de la electricidad es una materia reservada en su definición a expertos y grandes productores, mientras de su abono efectivo se carga de forma más pesada sobre el consumidor.
Que el gasto eléctrico se convierta también en pugna política de mala conexión significa que el suministro imprescindible casa mal con la necesidad y el servicio social. El usuario lo comprueba cada vez que recibe una factura de la luz. De todos modos, resulta un pequeño alivio, un punto de iluminación, que te anuncien una rebaja y un servicio más ecológico del consumo público el mismo día en que se asignan alzas históricas a la electricidad y al calor doméstico.
La Federación de Municipios ha negociado, compra en plural, Endesa mantiene un buen cliente y usa la operación para captar simpatías de energía renovable.
Es la ventaja que tienen los grandes cuando hacen las cosas de forma colectiva y cómplice.
