Los Reyes de Oriente fueron fieles a su cita anual con los más pequeños de la casa y no dejaron a nadie sin regalo. La suspensión de las cabalgatas multitudinarias como consecuencia de la pandemia sanitaria no impidió que Sus Majestades visitaran todos los rincones de Mallorca, donde los niños y niñas esperaban su paso con impaciencia desde las ventanas, balcones y puertas de sus casas. 

En la mayoría de localidades de la Part Forana, la comitiva real se marcó el objetivo de desfilar por todas las calles de sus respectivos pueblos para que nadie se quedara al margen de las cabalgatas. La música que acompañaba a las marchas reales era la señal inequívoca de que Melchor, Gaspar y Baltasar se aproximaban, saludando desde la distancia a las familias que les esperaban en sus propios domicilios. 

Esta circunstancia implicó que los desfiles fueran mucho más largos y empezaran antes de lo habitual para ganar tiempo. Muchos pudieron contemplar a Sus Majestades a plena luz del día, una situación inédita hasta la fecha. Además, para abarcar el máximo de núcleos de población, en algunos casos las cabalgatas se desdoblaron para cubrir diferentes rutas. Y es que ayer los Reyes fueron más magos que nunca.

En algunas poblaciones de la isla, por primera vez en muchos años los Reyes Magos no pudieron entregar personalmente los regalos a los niños y niñas, aunque la tradición pudo mantenerse en varias localidades como Porreres o Sant Joan, entre otras, guardando las medidas de seguridad obligatorias.

Como marca la tradición, los Reyes Magos llegaron por vía marítima en localidades costeras como Sóller o Alcúdia. En Binissalem sobrevolaron el pueblo en avioneta.