En el Manacor del 1763, en la actual calle Jaume II, vivía Joaquim Fuster y según el padrón municipal de ese año, era comerciante de profesión. Y seis generaciones después, ahí sigue su tienda, ahora en manos de su descendiente Maria Antònia Fuster. Se trata de Can Fernando, la mítica tienda de telas a metros que, con mucha probabilidad, es el más antiguo de los comercios que siguen abiertos en la capital del Llevant. Y junto a Can Fernando, otras cuatro tiendas con historia de Manacor que han pasado de padres a hijos, serán las encargadas de inaugurar el catálogo de comercios emblemáticos, con historia y arraigados que prepara el Govern. Se trata de Can Roca, Ca ses Cusses, Can Garanya y Can Munar, que ya forman parte de ese listado de negocios con «pedigree» que pretende ampliarse para que muchos otros puedan visibilizarse y dar a conocer su historia.

«Mi bisabuela quedó viuda con ocho hijos y consiguió sacar la tienda adelante ella sola, había peleado tanto que la dejó en herencia a mi abuelo con la condición que tenía que seguir vendiendo telas», explica, junto a su hijo, la actual propietaria de Can Fernando, Maria Antònia Fuster. «Además de una tienda, esto también era un lugar de reunión, venía mucha gente y mi hermana me contaba que cada año los dimonis venían a bailar y a tomar una copita de mistela en Sant Antoni, nos encantaba estar aquí de pequeñas», recuerda la actual dueña de Can Fernando. De hecho esta tienda de tejidos se ubica en una de los antiguos ejes comerciales de Manacor, muy cerca de la plaza de abastos. «Había la juguetería de Can Mora, la antigua joyería Fermín, tiendas de muebles, el cine Goya, muchos no lo recuerdan y creo que este nuevo catálogo de tiendas con historia puede ayudar a que nos conozcan más ahora que esta zona ha quedado un poco alejada de las vías más comerciales», confiesa Maria Antònia Fuster.

"Muchos jóvenes y extranjeros residentes andan buscando la autenticidad y vuelven a lo local", concluye Carrió

«Nosotros somos tenderos, cada día disfrutamos de abrir nuestros comercios, limpiar nuestro trocito de acera y hacer que la gente tenga ganas de entrar en nuestra casa; muchos de nuestros clientes son también amigos de la familia porque hemos vendido cranqueres y espardenyes a varios generaciones de manacorins» explican desde el portal de Can Garanya, Sebas y Joan Sebastià Amer. Ellos son los nietos de Sebastià Amer, que en 1928 y después de haber aprendido el oficio de cordelero, decidió empezar a fabricar alpargatas y cuerda por su cuenta. Y así nació Can Garanya, justo en el carrer de Ciutat, donde aún sigue en la actualidad de la mano de sus nietos y bisnietos.

Can Roca endulza a los 'manacorins' en el carrer Major.

Entre todos los propietarios de los cinco primeros comercios emblemáticos de Manacor existe la unanimidad, «nos gustaría que la lista se amplíe porque hay muchas otras tiendas con historia en nuestro municipio», confiesa Joan Sebastià Amer. «El hecho de poner en valor el comercio tradicional tiene que servir para atraer a más gente y para dar más vida a Manacor», añade Antònia Roca. Ella es la nieta de la fundadora de la pastelería que inventó uno de los emblemas del recetario propio de Manacor: ‘el pastís de pobre’. «Mis abuelos retornaron de Uruguay, primero montaron una pastelería en Palma pero cuando mi abuela quedó viuda, ella vino a Manacor y en 1931 abrió Can Roca», recuerda la tercera generación de pasteleras que despachan pasteles en el carrer Major. Y con sus orígenes en Latinoamérica, se entiende mejor que en Can Roca ofrezcan desde hace casi un siglo coques americanes o saint-honorés. «El pastís de pobre, en cambio, es más moderno porque lo inventó mi tío», puntualiza Antònia Roca desde el otro lado del mostrador de inspiración modernista de la pastelería.

Las telas de Can Fernando, toda una institución.

Si hablamos de dulces típicos, otro de los símbolos de Manacor son los sospiros. Y Can Munar es una de las panaderías y pastelerías que más los elabora, junto a amargos, galletes arrissades y mantecados. «Mi abuelo abrió la panadería y la tienda en 1958 y aquí seguimos nosotros, nos gusta ofrecer productos tradicionales, son los que nos identifican y este nuevo catálogo de comercios con solera puede ayudar a darlos a conocer aún más», explica Bàrbara Munar mientras ordena paquetes de sospiros y amargos en su tienda del carrer d’Artà.

Pero la ruta gastronómica y comercial de Manacor no termina en las panaderías. Ca ses Cusses es posiblemente la tienda de ultramarinos con más solera de la ciudad y su nombre es sinónimo de olor a café recién molido, especias y arenques para muchos manacorins. Desde 1899 Ca ses Cusses ha visto pasar la historia de Manacor por delante de sus mostradores con vistas a la plaza de ses Verdures. Además de sus característicos olores, esta tienda conserva aún las balanzas originales, que pesan en unces y no en gramos, los arenques que «cuentan que servían para disimular el café de estraperlo que se vendía aquí durante la postguerra y en tiempos de racionamiento», recuerdan Biel y Àngela Carrió, padre e hija, que siguen la tradición familiar y continúan abriendo Ca ses Cusses cada mañana. Han ampliado el negocio con un nuevo salón, servicio de cafetería y han incorporado aún más productos locales pero siguen vendiendo su emblemática mezcla de café, especias para matances o los arenques, que se han convertido en uno de sus símbolos. «Nos hace ilusión formar parte de este nuevo listado de comercios emblemáticos, creo que muchos jóvenes, también extranjeros que residen aquí y algunos turistas andan buscando la autenticidad y vuelven a lo local y a lo de toda la vida, espero que este cambio de tendencia que empezamos a apreciar no se quede en una moda y nos ayude todos a valorar cada vez más el tejido comercial que tenemos cerca», concluye Biel Carrió mientras sigue moliendo café, como ha hecho siempre, al gusto de cada uno de sus clientes.