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Lletra menuda | La externalización del valor turístico

La ejecución de la opción de compra que el grupo inversor andorrano Emin Capital y la cadena canadiense Four Seasons tenían sobre el hotel Formentor supone bastante más que un cambio de propiedad material o una operación económica rentable. Supone, desde una perspectiva más amplia y de trascendencia pública, la externalización de un patrimonio turístico, cultural y medioambiental nada desdeñable. De entrada, no resulta bueno ni malo. Todo depende de cómo se hagan las cosas a partir de ahora y de la función que le den al complejo. Si la nueva propiedad demuestra su devoción por la historia de la península de Formentor y su hotel, dispone de una buena localización geográfica y sabe que la explotación turística no está en el área pirenaica y mucho menos en los frondosos bosques de las montañas nevadas del Cánada, ya podremos darnos por satisfechos. A priori todo es bonito. El Formentor necesitaba una reforma sustancial en la que ahora se gastarán 20 millones. El grupo Barceló hace una buena operación vendiendo por 165 millones el complejo y terrenos adyacentes adquiridos en 2006. La maniobra cuenta con la connivencia del ayuntamiento de Pollença y todos dicen que respetarán el pasado y sacarán brillo al futuro. Hasta se da un toque benéfico al cambio de propiedad con una subasta de muebles, desde hoy hasta el domingo, en pro de cuatro entidades sin ánimo de lucro. La legítima rentabilidad privada será compatible con la pública si el hotel Formentor en transformación sigue manteniendo la etiqueta de lujo integrada en un paisaje de mayor elegancia y exquisitez. Al mismo tiempo debe valorar y sostener el alto listón de las Conversaciones y el premio literario de su nombre. Es una de las mejores diversificaciones turísticas que se conocen en Mallorca.

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