No obstante, Ochogavía lamenta la polémica que se ha generado en torno a su elección, que no se esperaba, y asegura que de haberlo sabido antes, «tal vez no me hubiera presentado para el cargo porque estas cosas quitan un poco la ilusión». Ahora, con el paso ya dado, sentencia que no dará «marcha atrás».
El que fuera regidor municipal a lo largo de cuatro legislaturas por Unió Pollencina Independent (UNPI), partido que ha extinguido recientemente para evitar la incompatibilidad con su nuevo cargo judicial, afirma que todavía no puede hablar en calidad de juez de paz oficial porque la oposición ha anunciado la presentación de un recurso ante los tribunales para impugnar su designación. «Veremos cómo acaba», apunta.
Ochogavía cuestiona la afirmación de la oposición en el sentido de que su elección ha roto un consenso histórico en el ayuntamiento de Pollença para designar al juez de paz. «He sido regidor durante 16 años y siempre me ha tocado votar a favor de una jueza de paz que no era de mi partido», afirma en referencia a Rosario Sánchez, su predecesora en el cargo y vinculada al PSOE.
Ochogavía no oculta que en la pasada campaña electoral colaboró con Tots per Pollença, partido del alcalde Cifre, aunque cree que esta situación no le incapacita para el cargo.
También habla con naturalidad de la ocasión en la que fue reprobado por el pleno (también por el PP, partido al que pertenecía el actual alcalde y principal valedor de Ochogavía en su elección como juez de paz) en su etapa de regidor por presuntas irregularidades administrativas. «Yo llevaba el área de Servicios y es cierto que gasté más dinero del presupuestado; gestionaba el día a día sin tener muy en cuenta el presupuesto disponible, pero tengo la conciencia muy tranquila», afirma.
«Me siento capacitado»
Martí Ochogavía, ya jubilado, ha resultado elegido por el pleno municipal como juez de paz a pesar de que otras trece personas habían presentado sus credenciales para el cargo, aspirantes a quienes asegura no conocer.
«Me sorprende que se presentase tanta gente joven para un cargo que no tiene paga y que se limita a firmar defunciones o mediar entre pequeñas disputas vecinales, entre otras funciones; creo que son unos 300 euros mensuales», indica.
Al ser preguntado sobre si cree que él es la persona adecuada para ejercer de juez de paz, señala que «estoy convencido de que hay gente mejor que yo», pero al mismo tiempo se siente «capacitado» y con «muchas ganas» para el cargo.
Una de las bazas que asegura tener es su popularidad. «Conozco mucho a la gente de Pollença y ella me conoce a mí; soy muy hablador y en mi etapa de regidor oficié muchas bodas», explica. Además, añade que pidió información a la anterior jueza de paz: «me dijo que estaba preparado para el cargo».