Hace semanas que hay revuelo en el ámbito profesional de la pedra en sec y entre quienes son conscientes del valor patrimonial y práctico del buen arte de contener tierras y separar propiedades con la sencillez y la habilidad de saber usar y valorar la piedra del lugar.
Después de años de abandono de estos trabajos tan característicos del paisaje mallorquín –todas las miradas quedaron estancadas en las playas y los hoteles– los cursos de margers y otras iniciativas de aprendizaje consiguen ahora la estabilidad de una técnica y de un patrimonio que en modo alguno puede perderse. Pero, como cualquier proceso de restauración tiene sus aprovechados y desaprensivos, han surgido margers bastos y técnicas de engaño que pretenden hacer ver que la pedra en sec es lo mismo que colocar una pieza sobre la otra o, lo que es peor, pegarlas al cemento.
Lo que ya clama al cielo es que el Consell de Mallorca o el ayuntamiento de Estellencs se presten a hacer pasar una cosa por la otra y, aunque sea desde la pasividad, toleren estos trabajos en falso. Las miradas están puestas sobre la Serra de Tramuntana. Es donde más marges y bancals hay pero el problema de su mala construcción afecta casi por igual a toda Mallorca. Se hace necesario un sistema de control de su calidad y valor.
