Un juzgado de Palma ha confirmado la sanción que el Ayuntamiento de Artà impuso a una auxiliar de una residencia de ancianos de gestión municipal por maltratar a una mujer. La sanción consistió en una suspensión de empleo y sueldo durante seis meses, al considerar que había cometido una falta muy grave, que se produjo por «deslealtad y abuso de confianza».

Esta auxiliar de clínica lleva unos diez años trabajando en el centro de día de personas mayores sa Clota. Los hechos que se han sancionado ocurrieron el día 9 de julio del año 2018. La trabajadora asistía a los ancianos del centro de día. En concreto, atendió a una mujer octogenaria, que presentaba problemas de movilidad y de gran dependencia. Para desplazarse necesitaba un caminador y precisaba la ayuda de otra persona. La trabajadora asistió a la anciana para ayudarle a ir al cuarto de baño, sentarse en el inodoro, regresar a la sala y sentarla de nuevo en una silla.

Según denunció otra compañera de la trabajadora, basándose en el testimonio de otros residentes, la auxiliar le manifestó a la anciana mientras la acompañaba al baño que «caminara bien» y le recriminó que «iba muy despacio». Al volver con la residente a la sala, según vieron varios testigos, la auxiliar empujó con su cuerpo a la anciana, levantando una rodilla y empujándole el trasero. Mientras la atendía llevaba el teléfono móvil en la mano y cuando la agarraba para que se sentara en la silla, en vez de hacerlo lentamente, la soltó bruscamente.

La anciana le explicó a otra asistente, al día siguiente de ocurrir los hechos, que estaba un poco nerviosa. Le dijo que no se encontraba bien, porque el día anterior la habían sentado de malas maneras en el baño y entendía que no la habían tratado bien. A pesar de que era una mujer que nunca se quejaba, el día siguiente de ocurrir los hechos se mostraba muy triste y le comunicó a sus cuidadoras que si la seguía atendiendo la misma auxiliar, dejaría de acudir a la residencia.

Estos hechos fueron comunicados a la coordinadora, que abrió un expediente y se tomó declaración, tanto a la residente como a la trabajadora.

La anciana relató lo ocurrido y calificó de «mala» a su cuidadora, de la que dijo que «tenía mal fondo». Explicó que la auxiliar sanitaria le dio a entender que «sería culpa mía si caíamos al suelo y que ella se haría daño». La mujer dijo que tenía miedo por la reacción que pudiera tener la trabajadora y que no había contado nada por temor a represalias.

La trabajadora negó cualquier trato degradante sobre la anciana.

El propio ayuntamiento sancionó a la trabajadora, que acudió a los tribunales. La sentencia critica su actitud y recuerda que estos trabajadores deben auxiliar y ayudar a los ancianos, evitando tonos agresivos o malos modos.