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Lletra menuda

El brillo del símbolo palidece

Visto el panorama general, lo extraño sería que la industria perlera y la comercialización de sus productos mantuvieran la situación de normalidad. Con la vida cotidiana más difícil, la devaluación laboral y la fragilidad de la salud colectiva, la gente tiene muchas prioridades que atender antes que fijarse en joyas y bisuterías.

Hace años que Majorica pierde cuerpo y brillo como potencial económico y social de un Manacor cada día más fragmentado y diversificado en casi todos los aspectos. A la marca todavía le queda crédito de prestigio y buena memoria del pasado. Su gran problema de supervivencia y mantenimiento de las constantes vitales de las raíces manacorines está en un presente que se vuelve temor cuando se trata de encarar el futuro. Majorica llega ahora al extremo de presentar concurso de acreedores y poner en venta su fábrica en un momento en el que no está nada claro que pueda ser una perla para inversores o empresas en expansión. Hay que pensárselo un poco antes de pujar por una firma que despacha un 75% menos en sus 70 tiendas esparcidas por el mundo y tiene a buena parte de los 300 integrantes de la plantilla en ERTE. Estos trabajadores están decididos a ser parte del nuevo proceso de transformación en el que se sumerge Majorica. Dejan claro que se vende una fábrica y no solo una marca. Pero la perspectiva no invita al optimismo porque, aparte de la coyuntura adversa, existen buenas palabras pero poco transparencia sobre las intenciones reales y la viabilidad de Majorica.

Apenas se habla de la posibilidad de mantener la mitad de la plantilla y nada sobre la identidad de los firmantes de la opción de compra presentada con el concurso de acreedores.

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