La presidenta del Consell de Mallorca, Catalina Cladera, acompañada del alcalde de Marratxí, Miquel Cabot, y del conseller de Promoción Económica y Desarrollo Local, Jaume Alzamora, visitó las alfarerías de Marratxí. La primera parada de la comitiva institucional tuvo lugar en Ca Madò Bet dels Siurells de sa Cabaneta, negocio actualmente regentada por Coloma Canyelles.

Después de visitar las instalaciones, tanto el alcalde como la presidenta efectuaron declaraciones a los medios, antes de continuar con su visita a las otras alfarerías programadas.

Miquel Cabot, alcalde de Marratxí, agradeció la visita de la presidenta a las ollerías del municipio para informarse de primera mano de la situación actual de las mismas y los efectos de la crisis de la covid. Consideró necesario este conocimiento de la realidad a fin de que el Consistorio pueda tomar las medidas oportunas para poder ayudar a esta industria artesanal centenaria de Marratxí, marcada por su carácter familiar.

Debido al relevo generacional, algunos negocios no tienen continuidad, y el Consistorio, dada su importancia artesanal, quiere potenciar el sector a fin de que no se pierda esta industria tan característica de Marratxí.

«Es un trabajo muy sacrificado, ya que aparte de realizar las piezas, se tiene que estar pendiente del horno, y luego los sábados y domingos asistir a las ferias»

Por su parte, la presidenta Cladera dio las gracias al alcalde por programar esta visita y así poder conocer de primera mano esta industria artesanal que sobrevive en Mallorca.

Una industria que desde el Consell de Mallorca, “queremos potenciar y proteger”, enfatizó Cladera, quien añadió que la industria se había visto perjudicada por la suspensión de las ferias debido a la pandemia. Para proteger este sector, según afirmó, la institución insular estudia la creación de una marca específica para fomentar la comercialización de sus productos.

Tras el encuentro con los medios de comunicación, la comitiva se dirigió a Pòrtol para visitar la ollería más antigua de Marratxí, Can Vent, donde fueron recibidos por uno de su propietarios, Antonio Mesquida, quien expuso las dificultades que esta pandemia ha causado a las ollerías, tanto por la no realización de Fires como por la falta de turismo.

En este sentido, recordó que, si antes de la pandemia recibían durante el día más de 50 visitas, ahora apenas se registran «tres o cuatro».

Ante la cuestión de si hay recambio generacional, respondió que ninguno de sus hijos se ha interesado por el oficio. «Es un trabajo muy sacrificado, ya que aparte de realizar las piezas, se tiene que estar pendiente del horno, y luego los sábados y domingos asistir a las ferias», manifestó.