La vecina de Marratxí Francisca Bosch Perelló, nacida en Sóller, acaba de cumplir su centenario. Y, para celebrarlo, la acompañaron sus hijos y nietos en una fiesta marcada, como no podía ser de otra manera, por la covid. De hecho, la gran fiesta que quería celebrar junto con todos los vecinos en la plaza de la iglesia se tuvo que suspender y quedó sustituida por una comida familiar. A pesar de ello, recibió las muestras de cariño de sus convecinos y, desde el Consistorio, le hicieron llegar un ramo de flores. También recibió una llamada de felicitación del alcalde del municipio.

A sus 100 años, Francisca conserva una memoria prodigiosa y narra todos los detalles de una vida intensa en la que figuran multitud de viajes por Europa y Asia. Cuenta que su padre, Pedro Bosch Estella, vivía en Palma y era especialista en maquinaria industrial. La entonces Fábrica de Gas y Electricidad de Sóller le requirió para instalar maquinaria y mantenerla, ofreciéndole una vivienda en las instalaciones de la fábrica.

Y fue allí, en Sóller, donde Pedro conoció a la que sería su mujer, con la que contrajo matrimonio. En la misma fábrica nació Francisca Bosch Perelló, en 1920.

Su infancia y su juventud transcurrieron en el municipio de la Vall. Estudió hasta los 18 años en las Escolapias de la localidad e inició su vida laboral en la ya extinta diputación de Palma.

Según comenta, ella era la única que sabía escribir a máquina, por lo cual era muy valorada por sus superiores.

En 1940, su padre se trasladó al Pont d’Inca, ya que, dado su conocimiento en maquinaria industrial, fue requerido para trabajar en la fábrica de es Pont d’Inca Industrías Agrícolas de Mallorca, fundada en 1930 y actualmente desaparecida.

Fue en es Pont d’Inca donde conoció al que sería su marido y padre de sus hijos. Recuerda en especial una anécdota del noviazgo.

Tanto ella como su futuro marido bajaban a Palma, y para que la gente no los viera juntos en la parada del tranvía, que realizaba el trayecto Es Pont d'Inca-Porta de Sant Antoni de Palma, ella se subía en una parada y su futuro esposo dos paradas posteriores. Incluso, una amiga suya, sin saber la relación que tenían ambos, le hizo una referencia a Joan, pero ella no le contestó. Para su interior, se dijo: «Tierra, trágame», ya que no podía decirle que le cortejaba.

Otra muestra de su memoria de largo alcance lo constituye el hecho de que aún recuerda una poesía dedica a su ciudad natal, Sóller: «Jo som de Sóller, ciutat fertilitzada per l’aigua revifada brolla, Sóller és mont verger rebrit d’arbres fruitals, enmig dels grans casals l’olor de taronges, jardí de mà divina, record deliciós, el centre més valuós de l’illa mallorquina».

Un capítulo aparte en su dilatada vida lo ocupan los viajes que realizó. En los años cincuenta llegó a lomos de una moto Vespa hasta Madrid y con un 600 hasta París. Ha visitado varias veces Francia, Alemania, Inglaterra e, incluso, Tailandia.

Francisca Bosch asegura que guarda muy buenos recuerdos de todas estas experiencias en el extranjero.