Una ofrenda floral y un minuto de silencio en recuerdo de las trece víctimas mortales. Con este sencillo acto institucional en la plaza del Ayuntamiento, Sant Llorenç conmemoró ayer el segundo aniversario de la torrentada que azotó el Llevant. El alcalde Mateu Puigròs no dudó en calificarla como «la peor catástrofe de la historia contemporánea» y agradeció la labor de los equipos de emergencia y el espíritu de miles de voluntarios. «Unidos en un mal sueño, donde personas y entidades se apresuraron en reaccionar para que los vecinos del Llevant se volvieran a levantar», manifestó el primer edil. Puigròs también quiso tener palabras de recuerdo para las trece víctimas mortales de la catástrofe y expresar el apoyo a sus familias. Para finalizar, quiso mandar un mensaje de afecto y solidaridad a los pueblos de la península que se han visto afectados por la riadas, un mensaje que hizo extensible al sur de Francia, que estos últimos días ha padecido las inclemencias meteorológicas.

Dos años después, Sant Llorenç no ha podido pasar página del todo. Algunos vecinos afectados reconocen que hubo gente a la que sa torrentada le afectó mucho psicológicamente, y que el confinamiento por la covid-19 ha supuesto un parón en su recuperación. Ayer, dos años después de la tragedia, las calles estaban casi vacías. En el acto institucional, asistieron el equipo de gobierno, representantes de la oposición y personal del Consistorio. Los vecinos quieren olvidar y pasar página, aunque reconocen que cada vez que salta una alarma meteorológica o llueve con algo de fuerza, el miedo vuelve a hacer acto de presencia. Un afectado narra cómo en dos años no ha habido noche que la haya podido dormir entera. Pero quizás el mejor ejemplo lo encontremos en una niña de nueve años, que durante las lluvias de este verano le preguntaba a su progenitor si volvería sa torrentada. Él encontró la mejor respuesta subiéndola a la azotea, para, mientras llovía, enseñarle el cielo y dejarle claro que solo era un poco de lluvia que en breve pararía.

«Por encima de la desolación, la luz que nos ha iluminado ha sido la de otra oleada, una extraordinaria, de generosidad, de altruismo, que hizo que rápidamente pudiésemos recuperar la normalidad. Sin duda, de esta durísima experiencia sobresale la solidaridad, que es una gran lección de humildad», rezó la declaración institucional.