Algo importante está fallando cuando las medidas que se están adoptando para proteger el medio natural necesitan elevar su nivel de exigencia en cada actualización. Significa que la presión humana sobre territorio ha superado todas las previsiones y que no existe el nivel de conciencia suficiente, en cuanto al buen uso del paisaje concebido no solo como postal, sino en su valor integral de tierra, vegetación, aire y ámbito marino insustituibles y exclusivos.
Mondragó es, junto a sa Dragonera o Cabrera, uno de los parques insignia del ecologismo en Mallorca, un santuario natural demasiadas veces profanado, porque la presión turística y de ocio local que recibe puede todavía mucho más que la conservación y la regeneración propia.
En estas circunstancias, Medio Ambiente se ve en la obligación de elevar los niveles de protección. El nuevo plan que sale a exposición pública prevé una drástica restricción de excursiones marítimas y pone freno a los alojamientos turísticos, aparte de establecer como deber la divulgación de los valores ambientales del lugar. Atrasados vamos cuando estas cosas deben imponerse por ley.
