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Lletra menuda

El complicado término medio

Una buena solución para un lugar concreto se vuelve problema añadido en otro

Va de rotondas estos días. Dos fuerzas políticas, El Pi y el PP han puesto el foco estival sobre los problemas de seguridad que presentan las carreteras de Mallorca. Presionan al lánguido y lento Consell para que borre, con soluciones de fluidez y seguridad, puntos negros de la circulación. Tal como están las cosas, es una necesidad vital para la movilidad de la isla, pero también una buena herramienta para incidir sobre el desgaste del gobierno insular. Una cosa no quita la otra. Son compatibles ambas.

Con una elemental visión de conjunto y el soporte de confluencia básica entre gestores públicos y técnicos del tráfico, las cosas serían muy distintas. Ganaría la ciudadanía, un vasto colectivo en el que también se integran quienes circulan a bordo de coches oficiales. Adquirir conciencia de pertenencia al grueso del común de los mortales, por parte de los cargos institucionales, es una buena espoleta para solucionar las cosas. El hecho es que no dan con el aconsejable término medio. Permanecemos en el atasco. El PP urge una circunvalación integral para Inca y el El Pi se indigna, por una parte porque no hay forma de instalar una rotonda en el peligroso desvío de Costitx, de la carretera Sineu-Inca y por otra exclama al ver que están a punto de instalar la novena entre Palma y Sóller, junto al desvío de Raixa.

Lo que puede ser buena solución para un lugar concreto se convierte en problema añadido para otro. Por eso es muy importante saber conjugar el equilibrio de lo particular con lo general. Nueve rotondas en veinte kilómetros constituyen una exageración, son una sucesión de obstáculos convertidos en fracaso mismo de la carretera. Antes de llegar a este extremo hubiera sido aconsejable adoptar alternativas más compatibles con la fluidez del tráfico.

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