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Lletra menuda

La política de choque personal

La incompatibilidad entre siglas de partido, disciplina militante y actitud personal sigue vigente mientras las formaciones políticas continúan sin abordar en profundidad el porqué de la cuestión. Les falta voluntad y valor para afrontar esta realidad. Hacerlo significa auditar la democracia interna, la definición ideológica, la idoneidad de los candidatos y su motivación. A este nivel todavía no hemos llegado.

Mientras las cosas sigan igual, las escenas de transfuguismo permanecerán en el orden del día, siempre con el mismo perfil: el afectado abandona y es expulsado del partido de forma paralela mientras se aferra al acta de edil alegando unos imprecisos "motivos personales" para el trasvase de asignación municipal. En este punto, la disputa del puesto de concejal, entre partido y concejal electo, se vuelve estéril, como se ha demostrado una y otra vez. También queda acreditado que los pactos antitransfuguismo que tienen firmado los partidos se quedan en mero papel mojado.

La actualidad de esta corrosiva política de conflictos personales se sitúa ahora en Campos. Jaume Adrover da portazo a Més donde dice haber sufrido mobbing y todo un "calvario" mientras el partido le reclama el acta de concejal "por decencia democrática".

Ambas partes se disputan la titularidad de la plaza de representación popular, pero deberemos convenir en que los dos litigantes se equivocan en la raíz del planteamiento porque, a decir verdad, el puesto de edil no tiene más titular que los electores que lo han asignado y a los usufructuarios, partido y concejal, les corresponde verificar si lo desempeñan bien. Tanta alusión a "causas personales" es explicación insuficiente. Falta concreción.

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