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Bienestar animal

El abandono de caballos y burros se dispara por razones económicas tras el estado de alarma

La Fundació Natura Parc mantiene a unos 200 equinos, algunos de ellos desde la crisis de 2008

Equinos abandonados pastan en una finca de Natura Parc, en una imagen de archivo. p. c.

La Fundació Natura Parc, con sede en Santa Eugènia, ha constatado en los últimos meses un aumento significativo de casos de abandono de equinos, principalmente caballos y burros, un fenómeno que los responsables de este organismo dedicado a la protección y conservación del medio natural atribuyen a la crisis económica derivada de la pandemia de la Covid-19pandemia de la Covid-19.

En este sentido, Antoni Mas, presidente de Natura Parc, explica que desde la conselleria de Agricultura se informó a la fundación de que "había notado un aumento de los equinos abandonados", en muchos casos porque los propietarios "habían perdido el interés en el animal". A su entender, este hecho "tiene una relación directa con la posición económica", ya que el mantenimiento de un caballo "cuesta dinero y necesita tiempo y dedicación". La actual situación de incertidumbre económica implica que muchos de estos propietarios de equinos decidan deshacerse de ellos para eliminar un gasto que consideran superfluo.

200 equinos

De hecho, lo que ocurre actuamente con los caballos es prácticamente un calco de lo que pasó durante la crisis de 2007-2008un calco de lo que pasó durante la crisis de 2007-2008, cuando Natura Parc también notó un incremento importante de casos de abandono de animales, principalmente equinos, debido a las dificultades de los propietarios para su mantenimiento. Actualmente, esta fundación mantiene a unos 200 equinos en una finca, algunos de los cuales fueron recuperados durante la pasada crisis económica.

Además, la fundación espera que los casos se multipliquen en los próximos meses, coincidiendo con un previsible recrudecimiento de la crisis económica, tal y como ya ocurrió hace más de una década. En circunstancias normales, cada año se recuperan entre 25 y 30 equinos. Los últimos caballos abandonados fueron rescatados la pasada semana en Manacor, Felanitx (dos) y Llucmajor.

La Fundació Natura Parc asegura que invierte mucho dinero cada año en el mantenimiento de estos equinos abandonados, muchos de los cuales son destinados a la limpieza de torrentes. Y es que en Mallorca no pueden sacrificarse equinos, por lo que en la mayoría de los casos "tienen una segunda oportunidad" para "vivir bien" y para ayudar en la actividad agrícola, según Antoni Mas. Para ello, la fundación genera algunos puestos de trabajo únicamente para garantizar unas buenas condiciones sanitarias para estos equinos.

La entidad también se hace cargo de muchos animales cuya custodia le corresponde por imperativo judicial. Muchos de ellos son caballos que han sido decomisados por malos tratos o bien porque la justicia ha decidido que no pueden quedarse a cargo de su antiguo propietario. El presidente de la fundación asegura que Natura Parc mantiene a unos 50 animales como consecuencia de procesos judiciales desde 2015.

Custodia

Desde el inicio del estado de alarma motivado por la pandemia de la Covid-19, la fundación Natura Parc ha sido considerada como servicio esencial por parte del Govern. Entre sus funciones está la de hacerse cargo de los animales que son propiedad de personas que han dado positivo por coronavirus, en su mayoría perros y gatos que "podrían ser portadores del virus" en sus pelajes, según explica Antoni Mas.

De hecho, tuvieron que hacerse cargo de los animales (cerdos, perros y cabras) que eran propiedad de dos personas que tuvieron que ser ingresadas por el virus, y de otros tres perros con dueños también infectados.

El Govern facilitó a la entidad el protocolo a seguir para el transporte y la tenencia de estos animales, que en todos los casos tuvieron que pasar una cuarentena. Todos estos animales ya han sido devueltos a sus propietarios, ya librados del virus.

Por otra parte, la fundación también tuvo que ir a buscar a muchos animales que vivían en segundas residencias y que, debido al confinamiento, no podían ser alimentados por sus dueños.

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