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En prevención de males mayores

No es fácil hoy poner en regla un hueco para el chapuzón en la Mallorca rústica

Las experiencias vividas como consecuencia de las restricciones individuales y colectivas impuestas por el estado de alarma, a causa de la pandemia del coronavirus, han obligado a cambiar muchas cosas en relación a preferencias, intereses y puntos de vista. Tal como están evolucionando las cosas, es muy probable que siga la modificación de comportamientos.

Tras los encierros domiciliarios, la gente ha vuelto a fijarse en las viejas casas de pueblo y en las casetas de foravila. Con el verano de por medio, apetece el aire libre y la residencia adaptable a refugio de ocio para el caso, nada descartable, de nuevos confinamientos.

A esta actitud atribuyen los ayuntamientos la proliferación de piscinas nuevas aparecidas, sin más ni menos, en las últimas semanas en el medio rural y que se acumulan a la alta densidad ya existentes. Quien puede se procura una piscina o adapta el viejo safareig en reparación o prevención de males -confinamientos- mayores. Las informaciones municipales dicen que, por lo general, se hace con premura y por las buenas, sin trámites ni autorizaciones previas.

El personal quiere esquivar males mayores y la Administración reacciona con la misma actitud desde el ángulo opuesto. Dado que la mayoría de ayuntamientos tienen cedidas las competencias inspectoras a la Agencia de Defensa del Territorio, le trasladan los casos detectados para que averigüe qué está pasando con tanta piscina de nuevo hoyo. Hay motivo para ello porque el suelo rural ya está muy exprimido y no es fácil hoy poner en regla un hueco de chapuzón en la Mallorca rústica. Debe ser como ampliación de una vivienda legal en una parcela de dimensión reglamentaria situada en espacio no protegido.

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