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El lejano silbido del tren necesario

La incierta realidad diaria del servicio ferroviario en Mallorca transcurre por una vía formada por raíles de compleja compatibilidad. Uno es el de las eternas promesas de mejora y eficacia, el otro, el de los periódicos accidentes y déficits mecánicos. SFM ejerce de conductor de tal complejidad y avanza o estaciona como puede en medio de problemas y mansos presupuestos, entre otras cosas porque Madrid tampoco concede interés alguno ni valor al tren insular.

Hace meses que Movilidad ya anunció el desdoblamiento en tres puntos diferentes del trazado entre l'Enllaç y Manacor, ampliación que persigue el incremento de frecuencias y la reducción del tiempo de recorrido. Ahora se concreta la primera fase, ya en periodo de licitación, entre Sineu y Petra. Se confía que esté lista el próximo mes de abril después de haber gastado 2,6 millones en ello.

Para que la maniobra alcance el éxito prometido también deberá lograrse la contratación de una veintena de maquinistas. Complejo el ensamblaje de ambas operaciones vistos los descarrilamientos, en todos los sentidos, que acumula SFM.

El futuro del tren en Mallorca sigue siendo un traqueteo de ilusiones y esperanzas que siempre se perciben en el lejano horizonte. En él también está el "objetivo" de extender el servicio hasta el Llevant, más allá de Manacor, renovado ayer por Marc Pons en Sineu.

Sin embargo, el panorama está crudo para que la vía verde evolucione hasta el servicio ferroviario maduro. El mismo conseller admitió que todo dependía de la disponibilidad presupuestaria y de la evolución de la crisis del Covid-19. Si no se ha logrado en condiciones de cierta normalidad no hay base para alimentar ahora nuevas esperanzas.

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