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Lletra menuda

Monjo, corrector de la historia

Una semana de recuperada alcaldía de Santa Margalida le ha sobrado a Joan Monjo para volver a alimentar grandes polémicas y dar prueba de que su tozudez, política y personal, permanece en pleno vigor. En tan breve plazo de tiempo hemos podido confirmar por igual que no hay más interpretación válida de la historia que la que pueda hacer el recuperado alcalde vilero.

El ahora también instructor del expediente de vigencia del título de hijo ilustre de Santa Margalida para Joan March ha llegado a la conclusión de que, si uno atraviesa por una fase de filantropía, aparte del interés que pueda haber tras ello, después está en condición de liberarse y entregarse a causas mucho menos nobles y oscuras, incluida la financiación de un golpe de estado. Dos días de altruismo sirven para tapar toda una vida de contrabandos, negocios sin norma y vaya usted a saber cuántas cosas inconfesables más.

Joan Monjo quiere salvar a Joan March a capa y espada, pero en realidad está haciendo un flaco favor a la memoria y legado del controvertido financiero porque, incluso al precio de manipular actas municipales de hace más de medio siglo, lo priva de su contexto histórico real y de una valoración ecuánime. En eso el alcalde de Santa Margalida se parece a Sonia Vivas, la edil palmesana que estos días instiga movimientos de estatuas con mirada fija de hoy y negando la amplia visión del ayer. La política sigue creando extrañas coincidencias y semejanzas.

La decisión del equipo de gobierno de Santa Margalida deja a la intemperie de la polémica y el pleito la figura de Joan March. Era lo último que necesitaba el potentado. También una preocupación menor para los vileros en este momento.

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