Un icono turístico y ahora un referente que indica que se acerca la nueva normalidad. Después de tres meses en cocheras, ayer salió el primer tranvía en pruebas de la estación del Ferrocarril de Sóller que oficialmente entrará nuevamente en servicio a partir del 1 de julio. El viaje 'inaugural' de la fase de pruebas cabalgó entre lo bucólico y lo emotivo por el simbolismo que impregna en Sóller la puesta en servicio de los trenes y tranvías. Incluso, pese a las pocas personas que ayer transitaban a las 7 horas de la mañana, el pito del tranvía y el traqueteo sobre sus vías fue motivo de más de una alegría. Y es que no fueron pocos los viandantes que aplaudieron cuando el convoy avanzaba sobre unas oxidadas vías hacia el Port, después de tres meses sin sentir el renqueante sonido de los viejos tranvías atravesando el centro de Sóller y la primera línea del Port.
La puesta en marcha de los convoyes no solo sirvió para rememorar la nostalgia que impregna el tranvía en los habitantes de Sóller. Tampoco fue una mirada al pasado, como recuerdan los carteles publicitarios. El tranvía fue ayer sinónimo de futuro, de esperanza, porque su puesta en marcha representa un paso más hacia la nueva normalidad tras los duros meses de confinamiento y estado de alarma provocados por la pandemia por coronavirus.
No puede obviarse de ningún modo que el Ferrocarril de Sóller representa el motor económico de la comarca central de la Serra de Tramuntana. El golpe económico que acabó con el turismo hace tres meses se intenta resarcir desde ahora con la vuelta al trabajo, la normalidad truncada por el Covid-19, y un ejemplo es el retorno del tren de Sóller y el tranvía.
La puesta en marcha del tranvía de ayer, más allá de su simbolismo, forma parte de las tareas de revisión a fondo de todos los automotores del tren y el tranvía. Nunca antes habían estado en cocheras tanto tiempo. El ingeniero, varios técnicos y mecánicos se dieron cita en la estación a primera hora de la mañana para poner en marcha el tranvía número 1, que sin ninguna dificultad ni estrago causados por la parálisis emprendió un camino de ida y vuelta al Port sin ningún problema. Tras las comprobaciones previas, el automotor tomó la cuesta del Born y tras atravesar el centro de Sóller se dirigió alegre hacia el Port. Algunos conductores ajenos a la prueba se saltaron los semáforos de algún que otro paso a nivel, algo que el maquinista sorteó con el toque de la sirena. Solo la hierba que todavía cubre algunos tramos de los rieles entre Sóller y el Port denota que durante unos meses un icono turístico estuvo en vía muerta.
