Asimple vista parece una exageración, una reacción un tanto exhibicionista y hasta peliculera, eso de enviar a la Policía Local a los domicilios que, por la causa que sea -y son diversas- se resisten a seleccionar las basuras y disponerlas para la recogida en el lugar y hora adecuado. Sin embargo, si miramos la realidad y sobre todo los antecedentes del desorden manacorí en eso de reutilizar las cosas y mantener limpio el espacio público, la medida se vuelve más adecuada y en algunos aspectos, necesaria.
La tardía decisión de implantar la recogida selectiva domiciliaria de residuos sólidos urbanos ha comenzado a reunir resultados satisfactorios a las pocas semanas de su estreno. Bastaba un poco de civismo y de sentido de la responsabilidad para ver que ya era imprescindible ponerla en funcionamiento.
Pero la tardanza tiene sus consecuencias y ha dado pie a que se acumulen algunos vicios que por su rutinaria presencia pueden parecer normales. Evidentemente, no es ni puede ser así.
En algunos puntos de Manacor persisten focos de pequeños vertederos de esquina en los que se siguen abandonando trastos. También se liberan bolsas de basura en los contenedores a deshoras. No puede ser que la mala acción de algunos estropee la buena labor del conjunto.
Por eso hay que vigilar hasta el extremo si es necesario. Del mismo modo que la policía hace cumplir las ordenanzas de tráfico o de otros apartados, también parece oportuno que vele por la correcta aplicación de la de residuos urbanos. En este sentido, puede ser una compañía eficaz, con buen apoyo disuasor, para los informadores y técnicos municipales de medio ambiente.
