Cuando las cosas no se aprecian a simple vista corren el peligro de acabar en el olvido o la indiferencia. Por tanto, pierden la capacidad de ser valoradas en su justa necesidad. Los bienes y elementos marinos están sujetos a estos peligros porque, en la mayoría de sus casos, la inmensidad del mar los mantiene sumergidos, es decir, invisibles, lo cual no significa que pierdan su valor imprescindible.
Es una realidad que puede aplicarse a la posidonia. Antes ignoradas o simplemente consideradas útiles en seco para abono agrícola, sus praderas se han ido descubriendo para la ciudadanía como vitales para la biodiversidad marina. Es una labor de concienciación que desempeña la conselleria de Medio Ambiente desde hace cuatro años. En la campaña de este verano, iniciada ayer, contará con mayor asistencia técnica, gracias a la implicación de Red Eléctrica. Catorce robots submarinos podrán rastrear el litoral submarino en busca de fondeos dañinos para las praderas de posidonia. También servirán para realizar censos de la población del alga y otras labores de soporte a la quincena de embarcaciones de control repartidas por todo el archipiélago.
O sea, que la posidonia no es un elemento desechable, un despojo del mar. No es la paja del agua o solo el lecho del ganado. Es una fuente de equilibrio esencial. Los ciudadanos han ido conociéndola poco a poco y ahora se trata de poner anclas a esta concienciación para que sirva de elemento de garantía y protección. Es de vital importancia que las embarcaciones no fondeen sobre las praderas. Por si acaso alguien comete esta irregularidad, habrá robots chivatos que podrán ser el punto de partida para pedir responsabilidades.
