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Maniobras de supervivencia

La historia reciente del lugar tiene bastante de camuflaje y mucho de adaptación

No estaría de más usar el campamento y albergue de La Victòria como uno de los principales referentes del trato que ha merecido el asociacionismo y el ocio juvenil regulado durante casi un siglo en Mallorca. La evolución y existencia del complejo va desde el más puro y duro franquismo, con La Falange en su apogeo, hasta la democracia abierta y plural de la actualidad. También, desde otra perspectiva, de la Administración centralista y unitaria a la autonómica.

La historia de La Victòria es la de la necesidad de acreditar y justificar de forma permanente la conveniencia de su propia existencia porque, por mucho que lo ignoren las generaciones actuales, tiene sus cimientos levantados a partir del régimen franquista y hasta se aprovecha del topónimo del santuario próximo para adaptarlo a los principios de los vencedores de la guerra civil. Por todo ello, el complejo está obligado a realizar continuas maniobras de supervivencia que tienen bastante de camuflaje y mucho de adaptación.

El año pasado la infraestructura juvenil se vio obligada al desalojo por imcumplimiento de las medidas de seguridad y el albergue todavía está pendiente de reformas. Después de una inversión de 231.000 euros y cuando ya se contaba con más reservas que nunca para este verano, la pandemia del coronavirus ha obligado a replantearlo todo de nuevo otra vez. Deberá restringirse la ocupación posible y mirar si es factible tener en servicio las instalaciones la mayor parte del año. Son las nuevas y más imprevistas maniobras de supervivencia que se ve forzado a realizar ahora La Victòria. Las primeras eran previsibles por estricta memoria histórica, las últimas se han impuesto por la realidad y la fuerza de los hechos.

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