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Las prioridades improrrogables

Ayer comenzó en Sóller, mañana será en otro sitio y al siguiente en uno diferente

Lo primero es el sustento. Sin él no se puede avanzar un paso. Esta evidencia de la necesidad imposible de postergar explica y justifica muchos de los cambios de actuación cotidiana a los que se han visto abocados los ayuntamientos.

Seguro que los alcaldes hubieran preferido inaugurar exposiciones o cortar las cintas de estreno de nuevas infraestructuras locales, pero la crisis profunda del coronavirus lo ha revolcado todo y ahora se ven abocados, por pura presión de la realidad y sentido común, a centrar sus esfuerzos sobre los servicios asistenciales básicos.

Cuando la canalización de la ayuda alimentaria era una práctica perfectamente acotada y limitada en muchos pueblos, ahora, con tanto ERTE y falta de contrato laboral, no queda más remedio que reactivar y habilitar nuevos comedores sociales que ya no pueden permanecer solo en manos de entidades y personas altruistas. Nadie esperaba la pandemia del coronavirus y las despensas están vacias. Pero hay que proveer la mesa.

El ayuntamiento de Sóller ha tenido que habilitar la cocina del colegio público Es Puig para dar servicio al comedor social abierto ayer y que proporciona comida caliente a quienes se han quedado desasistidos en casa y a quienes se han visto más zarandeados por la crisis. Medios públicos, voluntarios, cocineros en paro y asociaciones de la tercera edad están paliando la situación.

Ayer comenzó en Sóller, mañana será en otro sitio y al siguiente en uno diferente. Quienes están al tanto de la asistencia social repiten ya, una y otra vez, que esto no ha hecho más que empezar y que de cada día habrá mayor demanda y urgencias más apremiantes. Es la nueva realidad que deberá asumirse a la fuerza.

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