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Entre el exceso y el defecto

El área de Urbanismo es, por lo general, foco de anormalidad. Pocos ayuntamientos de Mallorca se salvan de la dificultad o anarquía en cuanto a la tramitación de licencias de obras, una situación que no es extraño que se expanda por las competencias insulares y autonómicas. Basta mirar las últimas intenciones del Governpara ayudar a despegar a la economía balear tras la parálisis provocada por la pandemia del coronavirus. Quiere alegrar a la construcción permitiendo expansiones hoteleras del 15% y que los ayuntamientos sean ágiles en los trámites de licencias.

Aparte de la discutida oportunidad de la medida, en la mayoría de los casos lo tendrá difícil porque los departamentos municipales de Urbanismo suelen tener, por exceso de permisividad o defecto de medios, serias dificultades para cumplir con la tramitación ordinaria y regular de las solicitudes de obra que se les presentan.

El retraso de Manacor, por ejemplo, ya está asumido como endémico, aunque el gobierno actual parece empeñado en normalizar la situación. Se ha prometido otras veces. Veremos.

En esta página se refleja la parálisis que afecta a Binissalem, sin técnicos disponibles para informar, un "caos" asumido por el alcalde y donde los promotores se quejan de excesiva lentitud y en algunos casos hasta renuncian a sus proyectos. Todo menos normalidad.

Habrá que preguntarse por qué no es posible dotar de estabilidad y rutina a los departamentos municipales de Urbanismo. Quizás sea debido a que confluyen demasiados intereses de distinto signo sobre ellos y a que muchos políticos en realidad persiguen disponer de margen suficiente para poder maniobrar a su gusto.

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