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El urbanismo consumado

Una de las grandes peculiaridades de la gestión, más bien inercia, urbanística del vasto término municipal de Manacor, es el gran número...

Una de las grandes peculiaridades de la gestión, más bien inercia, urbanística del vasto término municipal de Manacor, es el gran número de núcleos poblacionales que ha tolerado y hasta ha alimentado, sin normativa alguna, desde la segunda mitad del siglo pasado. Por eso mismo Manacor no ha tenido ni ha necesitado Plan General. Aunque la comparación ofenda, se ha querido tratar al cemento como si fuera un vino en maduración, solo que en este caso se vuelve agrio por impotencia. Hacer y esperar porque hay un punto sin retorno en el que los hechos se vuelven irreversibles. Es la política de urbanismo consumado que ha vestido sin estética y por tanto tampoco sin elegancia y degradándose en un carnaval de andamio y edificio fácil no solo la costa manacorina. También algunas llamativas y muy interesadas urbanizaciones de la periferia de la ciudad. El Ayuntamiento de turno no estaba. Se complacía mirando desde la ventana distante el crecimiento de la permisividad. El urbanismo de Manacor siempre ha sido capítulo aparte.

El equipo de gobierno actual se formó incorporando el compromiso de regularización de la situación, aceptar las urbanizaciones de edificios consumados, una misión nada fácil porque, entre otras cosas, muchas de las promotoras ya han desaparecido. Ahora hay que lidiar con los propietarios. En esta tarea está.

Un lugar tan consolidado como Cala Murada no se recepciona hasta ahora y todavía le queda una quinta parte en el aire. Otras urbanizaciones están en el mismo proceso, pero más retrasado. Es el camino de la normalidad nunca obtenida, para que las calles, las farolas y el alcantarillado pueda ser de todos y el Ayuntamiento cuidar de su mantenimiento.

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