Desde el corazón de los afectados por la torrentada de Sant Llorenç nacen unas mascarillas contra el coronavirus que pretenden devolver a Mallorca la ola de solidaridad que el Llevant vivió tras la riada mortal de octubre de 2018. Es su muestra de gratitud. Todo empezó cuando el estado de alarma pilló a una llorencina de baja por enfermedad. Esta vecina, que prefiere mantenerse en el anonimato, estuvo los primeros días de confinamiento ideando cómo podía aportar su granito de arena en estas crisis sanitaria. Y es que en su memoria aún sigue intacta la solidaridad y la ayuda recibida como damnificada por la torrentada. Por ello, pensó que la mejor manera de ayudar sería confeccionando mascarillas, tan escasas como necesarias para frenar los contagios.

Tras esta idea inicial, se puso en contacto con el alcalde Mateu Puigròs y en poco tiempo hicieron de aquel plan una realidad. El primer edil, con la ayuda de la cadena hotelera Protur Hotels y de los hoteles Sentido de Cala Millor, consiguió que le hicieran una gran donación de fundas para colchones y sábanas. Al mismo tiempo, la vecina que ideó el plan se puso en contacto con una costurera de Sant Llorenç que conoce a más gente del sector. En total, unas cuarenta personas se han implicado en la confección de estas mascarillas nacidas desde el corazón de la torrentada. Así, se han sumado manos de Son Servera, Cala Millor, Port Vell, s'Illot o Son Carrió, pero también de Porto Cristo y Felanitx.

Con la ayuda de un policía local y de voluntarios de Protección Civil, se repartieron los materiales a todas las costureras colaboradoras, que con la tela de la funda de colchón elaboran la máscara mientras que con las sábanas confeccionan los cordones de sujeción. Una vez terminado, este material es desinfectado primero en una lavandería de Sant Llorenç y después en la residencia de Felanitx, que es donde inicialmente van a parar estas mascarillas, que después son distribuidas en más centros del IMAS que gestiona el Consell de Mallorca.

En Cala Millor, viven Olga Rodríguez y Miguel Ángel Morales, un matrimonio que colabora en la confección de estas mascarillas. Olga se encarga de los cordones y de cortar la ropa que reciben mientras que Miguel Ángel las cose. Recuerda que había hecho sus pinitos con la tricotosa de su abuela, que es ahora la máquina de coser que emplea para hacer las mascarillas, pero confiesa que para perfeccionar su labor de costura "se empapó" con unos tutoriales de YouTube.

Ahora reconoce que desde que se levanta hasta que se acuesta, solo para un rato para estar con sus dos hijos pequeños y, por la tarde, para aplaudir a los sanitarios. En un día es capaz de realizar hasta 50 mascarillas, ya que poco a poco va ganando destreza en su confección. "Mi marido apenas había cogido la máquina de coser y ahora no la deja nunca", sentencia Olga mientras Miguel Ángel sigue cosiendo una mascarilla.

Ahora esperan recibir una nueva donación de una empresa taller de Madrid, que les permitirá realizar unas cinco mil mascarillas más. Cuando llegue este material, las modistas aseguran que continuarán cosiendo si es necesario sin descanso. "Esperamos devolver parte de la ayuda que recibimos de Mallorca [en referencia a la torrentada], con este trocito de tela". Con estas palabras define esta anónima vecina de Sant Llorenç el proyecto que inició y que cuenta con la colaboración de unas cuarenta personas, que ahora tejen para ayudar a quienes les ayudaron durante la riada.

Cala Rajada

El ayuntamiento de Capdepera agradece de forma muy especial "la solidaridad y la empatía" demostrada por Xiao Mei Yao, la propietaria del Bazar Oriental ubicado en la Vía Mallorca de Cala Rajada por haber donado un total de 350 mascarillas para los agentes de la Policía Local y efectivos de la brigada, Protección Civil y personal de diferentes departamentos municipales. Por ello, el alcalde Rafel Fernández en nombre de todos los gabellins y gabellines ha querido agradecer la donación de Xiao Mei Yao en estos tiempos difíciles en los que las mascarillas donadas contribuirán a poner un granito más de arena en la lucha común para frenar los contagios del coronavirus.